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“Todo lo que importa en esta vida implica sangre”

La escritora, docente e investigadora Fernanda Verdesoto Ardaya, colaboradora de La Trini, presentará su segundo libro de cuentos, publicado por la Editorial 3600, en la XXVI Feria Internacional del Libro de La Paz.


Las caras de la metamorfosis


“Es un conjunto de cuentos donde se plantean diferentes cambios, distintas búsquedas de los personajes, otros que se rebelan contra todo y buscan posibilidades de que la vida sea –un poco– mejor”, afirma la autora al referirse a su nuevo libro, Jano Bifronte, que será presentado el sábado 13 de agosto en la FIL La Paz, ocasión en la que compartirá testera con la poeta Adriana Lanza, quien comentará la obra.


Los 13 cuentos que conforman el libro “implican una metamorfosis, ya sea muy visible o discreta. Todos los cuentos son la historia de una transformación, una situación límite que precisa cambios que eventualmente suceden”. Verdesoto, quien también publica crítica teatral, antes había lanzado un libro de ficción titulado Sobre monstruos y molinos de viento (El Conejo, Ecuador, 2007).


Acerca del proceso creativo, la autora señala que Jano Bifronte es un libro “escrito a cuentagotas. Algunos cuentos fueron escritos hace algunos años, otros formaron parte de antologías o encuentros literarios”. Una vez identificado un concepto aglutinante –el cambio, el duelo, la memoria– la obra fue tomando forma y se completó la colección de relatos: “Para mí era necesario verbalizar algunas situaciones que habían ocurrido, a mí, o a personas que conozco (o no), y que tuvieron mucho impacto en mi forma de ver el mundo. Entonces, empecé a escribirlas con un enfoque menos realista”, comenta Verdesoto.


La autora trabaja además en su primera novela, publicará su tesis de maestría sobre la obra dramatúrgica del escritor ecuatoriano Jorge Icaza y continúa realizando una investigación en el Instituto de Investigaciones Literarias sobre las revistas femeninas Feminiflor y Eco Femenino.


La ilustración de tapa del libro es obra de María José Torres Idrovo, ilustradora y socióloga, quien afirma que la obra es “un altar andino hecho libro, donde uno abre la puerta para recogerse mientras siente la cruda realidad”. Acerca de la elección de 3600 como casa editora de Jano Bifronte, Verdesoto pondera “lo mucho que hacen por la promoción, difusión y valoración de la literatura boliviana contemporánea”.

“Todos los cuentos son la historia de una transformación, una situación límite que precisan cambios que eventualmente suceden”.

Política de los afectos

Mary Carmen Molina Ergueta


El lenguaje es una búsqueda. En los cuentos de Jano Bifronte, esta búsqueda es un viaje en el que la memoria se destila y se bebe una y otra vez. En la borra del recorrido aparecen voces, atmósferas, cuerpos y objetos que convocan y solicitan un hacer que inscriba su huella. La escritura es el oficio de fabricar rastro, de entregar palabras a la persistencia de aquello que cifra el andar. En el libro, caminar (escribir, leer) es desplegar un ciclo que, a la vez, aloja retornos continuos y alienta las transformaciones del paisaje y las vidas que lo pueblan. A través de este doble movimiento, la huella escribe su potencia: congregar en su imagen lo que ha sido para lo que será.


La problematización del relato de la historia, la experiencia de la soledad y el encierro, la fragilidad del cuerpo y la posibilidad del renacimiento configuran los caminos de unas miradas y voces escindidas que, en cada uno de los cuentos, se sitúan y hablan desde una contemporaneidad atravesada de incertidumbre. Mes a mes y texto a texto, la escritura de Fernanda Verdesoto construye una propia política de los afectos: el miedo y la ansiedad se tejen con la violencia y el abandono, pero también con el cuidado, el amor de la animalidad humana y no humana, y la desobediencia como formas de resistir, quebrar el tiempo y rehacerse. Ante las preguntas de una salamandra-esfinge que resguarda un haz de luz en el corazón oscuro de una laguna, la voz del cuento que da nombre al libro responde: “todo lo que importa en esta vida implica sangre”. La condición líquida de la huella encarna en la navegación emprendida en busca de una identidad, en la tinta que enreda y desenreda las memorias colectivas y las íntimas, en la pertenencia, el encuentro y la empatía como coloraciones de un mundo que siempre puede ser otro.

“La escritura es el oficio de fabricar rastro, de entregar palabras a la persistencia de aquello que cifra el andar”.

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