Una conversación con Claudia Michel en torno a su más reciente colección de cuentos.
- Muchos de los cuentos tienen momentos, descripciones que, por el tono en que están relatados, parecerían ser anécdotas, experiencias personales, familiares, de amigos.
- Muchas de las historias partieron de algo que vi o escuché, sometido luego a múltiples cambios, desarrollo y edición.
Durante mucho tiempo me dediqué a tomar notas de escenas cotidianas o comentarios, ese fue el material inicial de los cuentos, tal vez por eso tienen esa impronta, que si bien no es tan premeditada, al tener una pata muy firme en la realidad, tienen luego el efecto de ser leídas como experiencias muy cercanas.
A los lectores siempre les seduce la idea de que el autor esté contando “sus cosas”, pero si hay un lugar para transformar la realidad y tergiversarla, sin duda está en la literatura. De hecho, como lo veo, esa es una de sus gracias.
- El tiempo, las perspectivas, pasado-presente-futuro son otra constante.
- Este es un tema que me interesa mucho. Justamente, una de muchas posibilidades que implica escribir. Ir y volver en el tiempo. Vi una entrevista a un escritor sueco que decía que el pasado es un lugar vasto, nunca es el mismo cuando regresamos a él y lo estamos construyendo y destruyendo todo el tiempo. Dentro de una historia caben muchos pasados, incluso futuros, o solo posibilidades, suposiciones de lo que podría haber pasado.
Hay grandes maestros y maestras de estos juegos temporales que dan a los textos una complejidad y belleza fascinantes. Esto está directamente ligado a los elementos básicos de cómo opera el lenguaje, es decir a sus formas sintácticas, conjugaciones, modos verbales, etc. He regresado a las lecciones básicas de lenguaje para entender cómo funcionan los pretéritos por ejemplo. Todo esto para poder explorar los tiempos en la literatura. Apenas he comenzado, ojalá sea un camino largo.
- Es evidente que el agua también es otra presencia permanente. ¿Cuáles son los trasfondos o simbolismos de este elemento que te motivan o interesan experimentar, analizar en este libro?
- Antes de que Chubascos aislados sea un libro, tenía la intención de escribir sobre las montañas. Esto porque siempre he vivido en los valles de Bolivia y las montañas son una presencia importante en mi vida. Están llenas de símbolos, de historias, cosas que les damos los humanos porque a fin de cuentas la naturaleza tiene una gran indiferencia por la humanidad, y esa relación entre el paisaje y la gente que los habita me resulta muy interesante.
Entonces quería escribir sobre las montañas, las montañas vistas desde los valles más específicamente. Leí libros, busqué referencias, inicié una búsqueda que me llevó a pensar en los acontecimientos de las montañas: ¿qué les pasa a las montañas? ¿tienen vida? ¿cómo se forman?, etc. Y aunque todavía tengo una lista de preguntas pendientes para un geólogo, muchas de las respuestas que encontré están vinculadas a otras fuerzas de la naturaleza, sobre todo al agua y al tiempo.
Eso me llevó a pensar en los aluviones, los derrumbes en temporada de lluvias y las llegadas del río, todas cosas que yo he vivido y presenciado muy de cerca. Entonces cuando tenía una buena cantidad de cuentos entendí que, aunque quería escribir sobre la montaña, había estado escribiendo sobre el agua. De ahí en adelante fue una decisión más consciente que llevó a una exploración de posibilidades que este tema podía ofrecer a la escritura. Se fueron sumando escenarios y personajes.
La simbología del agua es vasta en todas las culturas y puede volver a significarse de muchas formas. Así como nos tomamos un vaso de agua para pasar un mal sabor, o aliviar la sed en medio de una noche de pesadillas, también presenciamos con horror un río que se desborda o el deslave de un kilómetro de carretera provocado por la lluvia. Esa versatilidad me resultó muy atractiva y me hizo explorar las posibilidades que daba para enriquecer la escritura.
"No siento la necesidad de agotar a los personajes, de saber todo de ellos".
- ¿Cómo encaras la escritura? Evidentemente este libro de numerosos relatos breves tiene una unidad. ¿Eres de las que diseñan y planifican cuando tienen ya un tema o temas que necesitan ser plasmados? No parecería que vas improvisando…
- En este libro en específico, fue una feliz combinación de ambas cosas. Como decía alguien: “Lo salvaje es la búsqueda”. Es en la exploración que uno se pierde, regresa, prueba otro camino y finalmente se llega a algún lugar, o no. Leí varios libros mientras escribía, uno de los que me ayudó fue El arte de perderse de Rebecca Solnit. Un libro de no ficción que va y vuelve sobre diversos temas, pero trata más que nada sobre el caminar y el dejarse ir sin miedo. Además de su belleza literaria es un libro que invita, justamente, a perderse.
Cuando estaba escribiendo el libro fui a La Paz para hacer la “Ruta de la muerte”. No porque sea particularmente deportista, sino porque en un arranque de salir de la ciudad, y a insistencia de un amigo, compramos un pasaje que estaba en súper oferta. Ya que estábamos en La Paz y habíamos pasado la pandemia en bicicleta, pensamos que la “Ruta de la muerte” sería fácil, claro que no fue así, pero esa es otra historia. Mientras esperábamos el tour fuimos a escalar a La Galleta en Mallasa; una de esas cosas en las que una termina por azar, como cuando sales un viernes solo para tomarte un café con una amiga y terminas de madrugada en una fiesta extraña.
Tuve suerte, porque el amigo de mi amigo era guía de montaña, un hombre bueno y paciente que parecía experto en personas miedosas como yo. Me animó a hacer el tramo más fácil. Mientras yo intentaba subir, el señor daba indicaciones: “no busques donde no hay agarre”, “apoyate en los lugares firmes” “ahí no hay nada”. Bueno, además de que sí logré llegar hasta arriba, estas mismas invitaciones, de forma más literaria, estaban en el libro de Solnit… Toda esta historia solo para decir que cuando uno busca encuentra, y que hay felices hallazgos involuntarios, errores y resbalones, pero también aliados, gente que da luces, sin saber que lo está haciendo. Tal vez, a lo Solnit, la predisposición a perderse fue una clave para mí. Un poco así fue también la escritura y la decisión de hablar sobre el agua.
- ¿Cómo es tu relación con los personajes que creas?, porque en muchos casos, se deja a la imaginación gran parte de su pasado y/o futuro (volvemos al tiempo). ¿Puedes soltarlos fácilmente a la hora de cerrar un cuento?
- Sí, puedo soltarlos fácilmente. No me engancho con los personajes, sino con la historia y el camino de la construcción del cuento. Tal vez por eso me cuesta escribir textos largos. No siento la necesidad de agotar a los personajes, de saber todo de ellos. Procuro usarlos para que ayuden a lograr la intensidad del cuento, que es lo que más me interesa.
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