Matasueños: un viaje de pesadilla por los recovecos más oscuros de La Paz
- isabel antelo
- 20 abr
- 6 Min. de lectura
Una nueva entrega de la serie “Autores leyendo autores”. Este texto de Isabel Antelo gira en torno al libro de cuentos Matasueños de Adrián Nieve.

Matasueños de Adrián Nieve se presenta como una amalgama fascinante de lo macabro, lo oscuro y lo surrealista, enmarcado en el contexto cultural y social de La Paz. Este libro de cuentos terroríficos e interconectados entre sí nos transporta a un mundo donde los monstruos, dioses, demonios y brujos habitan las sombras. Pero lo que realmente aterra, en esta atmósfera de constante amenaza, es una figura que desafía cualquier noción de poder o lógica: una extraña mujer metalera con habilidades sobrenaturales, conocida como la Matasueños.
En el marco de este universo sombrío y violento, la presencia de la Matasueños es el punto de inflexión que marca el tono de cada uno de los nueve relatos. A través de estas historias, Nieve no solo crea un mundo de horror y tensión palpable, sino que también ofrece una reflexión profunda sobre la idiosincrasia, la política y las contradicciones que atraviesan el tejido social boliviano. A lo largo de los cuentos, La Paz no solo figura como el escenario físico donde se desarrollan los eventos, sino que se convierte en un personaje más: su geografía accidentada, sus contrastes sociales y su historia política se imponen como protagonistas en la trama de un libro que combina lo fantástico con lo terriblemente real.
Desde el primer cuento, la ciudad se presenta como una urdimbre de misterio y amenaza, una metrópoli donde la modernidad y las tradiciones se encuentran en constante lucha. Las laderas empinadas, el caos del tráfico y la dualidad entre lo ancestral y lo contemporáneo se convierten en el caldo de cultivo perfecto para los monstruos y seres sobrenaturales que habitan en este mundo distópico. Sin embargo, no es solo la geografía lo que marca la diferencia, sino la atmósfera palpable de inquietud social y política que acompaña cada paso de los personajes. En Matasueños, los demonios no solo son criaturas sobrenaturales, sino también representaciones de los vicios y corrupciones que infectan a la sociedad boliviana; tomando la forma de funcionarios públicos, políticos, empresarios e incluso médicos de renombre. Es así que en cada relato La Paz llega casi a tomar forma de personaje vivo, marcado por la precariedad de su orden social, sus tensiones históricas y su atmósfera cargada de opresión. Los contrastes entre los barrios más humildes y los sectores más poderosos se reflejan en los seres monstruosos que surgen en cada rincón, simbolizando las luchas de poder, la miseria humana y la marginalización de las clases más desfavorecidas.
A través de los ojos de los personajes que habitan en este mundo de pesadilla, el autor critica aspectos fundamentales de la idiosincrasia boliviana: las estructuras de poder, la impunidad, el clientelismo político y las luchas internas dentro de la sociedad se convierten en monstruos que afectan tanto a los habitantes de La Paz como a los seres sobrenaturales. Los demonios, ángeles y brujos no son más que reflejos de los vicios humanos, y la ciudad misma parece estar atrapada en un ciclo de desesperanza y miedo, donde las viejas heridas históricas no terminan nunca de sanar.
En medio de este caos de seres invisibles y crueles, resurge la figura de la Matasueños como eje central que da cohesión a todas las historias, hilando una suerte de novela compuesta de breves capítulos. Esta mujer de extraña procedencia que habita las sombras de la ciudad y tiene el poder de derrotar a los seres más temibles, es la figura que da unidad a todas las tramas del libro. La Matasueños es un personaje que representa la confrontación contra los poderes autoritarios, sean estos humanos o sobrenaturales, y su rol como justiciera la coloca como una fuerza de equilibrio en un mundo marcado por la opresión. Su poder va más allá de lo físico, más allá de lo místico: la Matasueños es la representación de la lucha contra la injusticia, la venganza contra aquellos que han explotado y oprimido a los débiles, y la capacidad de desmantelar el abuso, incluso si este viene de un dios o un demonio.
La creación de este personaje constituye un triunfo narrativo, pues la hechicera encarna una paradoja: es tanto una ejecutora de justicia como una víctima de su propio poder. Lo que realmente temen los monstruos, brujos y entidades divinas no es la magia de la Matasueños, sino la forma en que ella desafía el orden establecido ya sea en el plano místico o en el terreno político. Es una figura imparable que desafía la muerte, el poder divino y humano, y avanza en su misión de justicia sin importar las consecuencias. A lo largo de los relatos, se revela que su destino estuvo sellado desde su triste infancia, cuando descubrió su habilidad especial de ver a los seres que habitan los planos místicos y le fue otorgada la misión de establecer un orden en el desorden y de hacer justicia, incluso cuando eso implique vivir en soledad y sacrificar la calidez familiar.
En cada cuento los seres y entidades que deberían ser los máximos poseedores de fuerza y poder se encuentran en la misma posición que los humanos que luchan por sobrevivir: temen a la Matasueños, y no pueden escapar de su destino cuando ella decide intervenir. En este sentido, se puede comprender que este símbolo de resistencia ante la opresión, de justicia frente a la corrupción, y de lucha contra los abusos del poder, tiene fuerza suficiente para hacerse valer ya sea frente a un demonio, un ángel, un político cualquiera o el mismísimo Dios. El personaje de la Matasueños se convierte en una alegoría de la lucha por la justicia en un contexto político históricamente inestable: en Bolivia, las luchas contra la tiranía, la desigualdad social y la violencia han sido una constante, y la hechicera se convierte en el símbolo de esa resistencia; una figura arquetípica de la sabiduría ancestral, pero también de la acción directa que destruye las corruptas estructuras de poder. La crítica política que se despliega en torno a la Matasueños se plasma no solo en sus acciones, sino también en las repercusiones de su intervención en el orden establecido.
Uno de los relatos más impactantes, “La Furia”, cuenta la historia de un cirujano corrupto que hace uso de poderes sobrenaturales para perpetuarse en una situación de superioridad social, poniendo de manifiesto las grietas de un sistema que permite el abuso de autoridad, la explotación y, sobre todo, la impunidad, particularmente en el contexto de las dinámicas de género y el maltrato hacia las mujeres, las cuales literalmente se convierten en el alimento que el arcángel, que habita en el interior del médico, necesita como sustento. Al final del relato, la fusión de todas las almas de las mujeres martirizadas da lugar a un nuevo demonio denominado la Furia, el cual logra someter finalmente el poder del arcángel, poniendo de manifiesto cómo la justicia no siempre proviene de las instituciones tradicionales, sino que, en ocasiones, la justicia verdadera es la que surge de la ira y la lucha de aquellos que han sido oprimidos. La formación del demonio a partir de las almas de las mujeres asesinadas y abusadas se convierte en una poderosa metáfora de la venganza y la justicia colectiva, mostrando que, cuando los sistemas fallan, la movilización y la resistencia de las víctimas pueden ser una fuerza imparable.
Por otro lado, cuentos como “Memento mori” o “Lunes otra vez” ofrecen críticas directas a la corrupción en el ámbito político preestablecido, retratando a un gobierno desinteresado por el bienestar del pueblo y obsesionado con el control. En “Memento mori” el personaje principal, un político que busca hacerse con la alcaldía de La Paz, está atrapado en una red de traiciones y alianzas corruptas, debiendo enfrentarse no solo al mundo sobrenatural del que se ha valido durante toda su vida, sino también a sus propios demonios internos, aquellos que representan la codicia, la ambición y la falta de ética. Mientras que en “Lunes otra vez” se llega a un pico de ironía, con un endemoniado hijo en desgracia del mismísimo Dios que se recrea torturando a pobres mortales desde una de las más pesadillescas oficinas estatales.
En “Mariposa” se reflexiona sobre las consecuencias de intentar manipular los sentimientos ajenos y el peligro inherente de recurrir a la magia o cualquier tipo de poder para controlar a otros. La transformación del protagonista en un monstruo, al final del cuento, es una metáfora de cómo la obsesión y el deseo de poseer a alguien a toda costa puede deshumanizar a una persona. Su intento de forzar el amor a través de la magia negra no solo estaba acabando con la personalidad que formaba al objeto de su deseo, sino que también termina por consumirlo a él, mostrando que el abuso de poder, el egoísmo y la falta de respeto por la autonomía de los demás conducen inevitablemente a la autodestrucción. Este cuento también puede interpretarse como una crítica a la cultura del amor tóxico y posesivo, donde el control y la manipulación sirven supuestamente para "afirmar" el amor, cuando en realidad lo que se consigue es la desintegración tanto del objeto de deseo como de quien lo desea.
Narrativamente, Adrián Nieve demuestra habilidad en combinar lo fantástico con lo cotidiano.
Su estilo es visceral y directo, pero también poético cuando es necesario, creando imágenes poderosas como la visión desolada del funeral de un gato frente a la inmensidad de las montañas, o decenas de personas derretidas por el tedio renaciendo dentro de nuevos cuerpos con memorias programadas. Su prosa es inmersiva y cada cuento ofrece una atmósfera de claustrofobia y ansiedad con situaciones extenuantes para el lector.
“Autores leyendo autores” es una iniciativa de La Trini, 88 Grados y La Ramona en la que escritores de Editorial 3600 reseñan libros de sus colegas.
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