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In memoriam de Luis H. Antezana J.

Un texto de despedida para uno de los más grandes inteletectuales nacionales y un profundo estudioso de la literatura boliviana, que dejó este mundo hoy.

 

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Decían de Celán, en Cochabamba,

que sus ojos lloraban aguaceros

y que en ríos de estambre arde el cielo

Luis H. Antezana

Ricardo Calla Ortega

 

Murió Cachín (Oruro 1943 – Cochabamba 2025), más conocido como Luis Huáscar Antezana Juárez (¿o es al revés, me pregunto?). No lo puedo creer: los grandes no deben morir; tienen la obligación de quedarse por siempre con nosotros, y eso, por ahí, me sucederá con él. Él siempre vivirá en mí como el gran maestro que fue, con quien escribimos dos libros: La bodega de Jaime Saenz y La pascana de Gladys Moreno. Recuerdo que lo conocí cuando, en Nuevo Milenio, editamos Álgebra y fuego. Lectura de Borges, allá por el 2000. Lo presentamos en La Paz; al volver, en el taxi, me dio un abrazo de agradecimiento, lo que me emocionó hasta las lágrimas. Él no era afectuoso y sí de afectos; desde ahí fuimos amigos, con esa complicidad del maestro que enseña a su pupilo. Él no era de los que discutía, sino más bien enseñaba. Sus pasos estaban guiados para que aprendas. Decía de la amistad: “Siempre pienso que mi vida ha sido, como dice Kafka, como ‘un ser hecho de pedazos de hilos’. Mi vida, en cuanto a los amigos, ha sido como una especie de hilos que se han ido enredando, tanto así que la wiphala no se puede ni acercar a la diversidad de amistades que he tejido a lo largo de tantos años y que hoy día se mantienen”. Lo fui a visitar el anterior jueves, ya que le llevé algunos libros de la Feria del Libro de La Paz, su pequeño “botín”. Ahí estaba ¿Dónde carajos está Litovchenko? de los brositos Loayza, quienes eran herederos de la amistad que tenía con don Guido, su padre, a quien quería profundamente, y a Rubén Vargas, a quien heredó la amistad de su hijo Julián.

 

Recupero las palabras de su entrañable amigo Gonzalo Lema, quien compartía con él los cafés de los lunes (recuperado de La Patria, Oruro, domingo 29 de octubre de 2023): “Al cabo de dos cafés, alguna gaseosa y cuatro o cinco cigarrillos, con suspenso propio de los diálogos infinitos, apretar la silla contra la mesa, despedir al amigo y esperar, sin sobresalto, su continuidad el mismo día de la próxima semana”.

 

En Un pajarillo llamado Cachín (apuntes familiares), escrito por su hermano René Antezana, se menciona su otra pasión: “En la familia las conversaciones giran también a otra de sus preferencias, está vez vinculados a los comics o historietas; a partir de aquellos clásicos argentinos que venían en revistas como D’Artagnan, Intervalo, y otras que él conoció de pequeño. Recuerdo de uno de sus viajes de visita se trajo de Europa muchos cómics clásicos con dibujos fantásticos que son referentes de los efectos especiales de películas de superhéroes y otros de hoy en día. Entre los muchos que tiene, no olvido los cuentos de Lovecraft con dibujos de Alberto Breccia, ‘Los mitos del Cthulhu’, pero también varias maravillas en torno a obras clásicas, de ficción y también, cómo olvidarlo, del gran Fontanarrosa”.

 

En su artículo “Cachín Antezana: ‘Los amigos y la literatura siguen juntos a mí, me protegen, como la música’” escrito por su entrañable amigo Martín Zelaya, a quien él se refiere como su “Gran maestro”. En una parte de la entrevista que le concedió a Martín, le señalaba: “Yo nací en Oruro pero mi niñez consciente la pasé en Tupiza donde hice los primeros cuatro años de la escuela. A veces suelo decir que mi profesora Betty Inchausti al enseñarme a leer y escribir y a sumar y a restar ya me dio toda la profesión de mi vida”. También recordemos que Martín lo entrevistó en octubre de 2015 a propósito del doctorado honoris causa que le iba a conferir días después la Universidad Mayor de San Andrés.

 

Edwin Guzmán mencionaba de Cachín en “Luis H. Antezana J., lector”: “Si hay alguna condición que definiría a Luis H. Antezana J. Es la de lector. Ávido, inteligente, metódico, incansable, meticuloso, visionario. Cachín es pues, sin duda, uno de los lectores más importantes que ha dado el país, y por el conjunto de su obra, uno de los pensadores más gravitantes”.

 

Hoy me queda llorar su muerte y despedirlo, celebrar su amistad y seguir sus enseñanzas. Gracias por todo, querido Cachín.

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