El Himnovador: el drama de Vincenti

Después de su gira por España y por siete departamentos de Bolivia, la obra El Himnovador llegó a Cochabamba. Es una puesta en escena de El Bunker Casa de Creación y Teatro del Astillero de España, con la dramaturgia y dirección de Luis Miguel González

La función inicia puntualmente. El telón del teatro aún está cerrado, pero por un costado aparece, casi moribundo, cubierto por una manta, Leopoldo Benedetto Vincenti Franti (Antonio Peredo). Su lecho de muerte es una silla donde sus recuerdos lo invaden y no puede evitar retroceder en el tiempo y rememorar su vida, sus monstruos, sus amores, sus composiciones… De pronto se abre el telón y varios maniquíes vestidos de soldados de guerra, presidentes fortuitos o mujeres de época cubren el escenario y transportan al público a 1789 y los años posteriores.

Vincenti se introduce en un viaje dramático al que lo acompañan diversos personajes encarnados con precisión por Marcelo Sosa y Fernando Romero. Hay momentos cómicos, que deleitan al público, pero también silencios que remiten a escenas trágicas y oscuras, según se va profundizando en la historia. La música es fundamental para redondear escenas y brindar un contexto poético, catastrófico o satírico.

De repente, se escucha la melodía del Himno Nacional. Luego la letra. Lo que el público estaba esperando: conocer la historia y los misterios detrás de una composición que nos define como país. Y esta historia se desenvuelve entre sátira y comedia, por lo que es inevitable conectar con el protagonista y sentir la tragedia en la que se sumerge; la soledad y el miedo que lo invaden después de su confesión. De pronto, se levanta encima de una tabla de madera, alza su batuta; el escenario se oscurece y una luz tenue muestra la expresión profunda de Vincenti. Una hermosa melodía se escucha; él mueve sus manos y empieza a dirigir una orquesta sinfónica imaginaria. Un momento estremecedor que silencia completamente la platea. Una de esas escenas que se quedan grabadas en la memoria.

En la recta final de la obra, la audiencia se queda en silencio. La mayor parte del tiempo escucha y se deja llevar por el drama mental que acompañó permanentemente a quien se atribuye la composición del Himno Nacional; para luego volver al inicio, a su lecho de muerte, su despedida.

La propuesta escénica es ambiciosa, con una puesta en escena imponente. La obra está bien trabajada, es funcional y versátil. El ritmo es ondulante y se sostiene la mayoría del tiempo. La actuación, en este sentido, es fundamental para capturar la atención del público por casi dos horas. La música y la iluminación son componentes que aportan presencia a las escenas.

La notable actuación de Antonio Peredo, el protagonista, consigue su objetivo de empatizar con el público, pese a los giros que va mostrando su personaje; sus monólogos complejos son llevados con fluidez y profundidad. Marcelo Sosa, encarna cerca de 10 personajes, cada uno de ellos le proporciona frescura a la obra; su versatilidad es un punto clave para sostener gran parte de la escenificación. Fernando Romero encarna también alrededor de 10 personajes, con soltura, y ayuda a dotarle de dinamismo a la puesta en escena y sintoniza con los otros actores.

El texto del español Luis Miguel González es imponente, bien manejado. Combina con eficacia la comedia con la tragedia, se envuelve en un estilo tradicional que funciona. Diálogos livianos se contraponen con monólogos poéticos y conmovedores. La dirección, también de González, está bien trabajada, sostiene en gran parte la narrativa, maneja los recursos escénicos con experiencia y practicidad.

El Himnovador es un gran ejemplo del buen teatro en Bolivia. Una propuesta que se suma a una lista de arriesgadas y ambiciosas puestas en escena, que confirman el buen momento que vive el teatro boliviano. La unión de El Búnker de La Paz con El Astillero de España, refleja también el trabajo en común que el teatro boliviano tiene con el de otros países, reafirmando el atrevimiento y la reinvención de importantes elencos teatrales en el país, esos que buscan salir de su zona de confort, atreverse, arriesgarse y proponer algo diferente.