top of page

Animal Print, de Mónica Velásquez Guzmán

Actualizado: 31 jul

La poeta Vilma Tapia Anaya propone una lectura de Animal Print (Plural, 2025), el más reciente poemario de Mónica Velásquez Guzmán, en la que la filosofía, la (post)historia y el análisis del discurso danzan en un texto no exento de poesía en sus apreciaciones críticas

ree

 

Una vez más la lucidez de Mónica Velásquez Guzmán se nos adelanta. En Un presente abierto (Ed. Mantis, 2023) –el título de su autoría que precede a este–, pudimos intuir que lo investigado y pensado convocaría al poema: este Animal Print (Plural editores, 2025). En Un presente abierto las páginas que me comprometieron fueron las que plantean el tema de nuestra relación con los animales como un tema ético y político. Mónica Velásquez leía a Donna Haraway, Rosi Braidotti y otras pensadoras posthumanistas que cuestionan el antropocentrismo –que hasta aquí ha empujado al ser humano hacia una depredación voraz e irresponsable– y, en contraposición, formulan una ética que atienda al mundo y a los demás seres vivos de una manera más consciente y compasiva.

 

Algunas preguntas sobre el animal se han hecho desde la filosofía, la literatura y el arte, mientras leía Animal Print, resonaba en mí la pregunta de Jeremy Bentham que Derrida potenció: ¿Sufren los animales? Pregunta que concentra todas las demás preguntas sobre nuestra relación con los demás seres vivos. En reacción a la respuesta obvia, inmediata, conviene hacerse unas preguntas más. Si el animal sufre ¿qué es lo que pasa con el hombre en un tiempo en el que ni la sobrevivencia ni la salud dependen de comer animales? Aún sometemos al animal al sacrificio. ¡Ah! Y esta palabra es significativa, fundacional en muchas culturas: Sacrificio. Palabra que desde su etimología conlleva el gesto equívoco, la entrega de una vida que no es la propia, la provocación de un desangramiento en alguien más. Derrida planteó la necesidad de volver a preguntarnos por el animal: ¿Sufre? ¿El animal sufre? Mónica Velásquez Guzmán, al preguntarse por el animal, se pregunta por el ser humano y por las relaciones interespecie.

 

En Un presente abierto Mónica articuló una gramática que, aquí, en Animal Print, es dislocada. Pensando nuestra relación con los animales, mira al animal en su particularidad absoluta. Nos exilia de su reino. No somos animal. No alcanzamos a serlo. En su impulso, el poema devela la dificultad de “animalar” la palabra; sin embargo, es posible, del arte se trata, de la palabra del arte se trata: sobreponer, trasponer, descomponer imágenes, cuerpos, órganos y funciones orgánicas de cuerpos humanos y cuerpos animales. En Animal Print es la poeta quien se reviste de pieles, plumas, escamas, cambia de cuerpo, se sitúa en cuerpo animal, en la inocuidad de un cuerpo animal, como animal sufre: “ballena varada qué red atrapó tu lengua… una red agarrota mi habla… hinco rodillas ante tu inmensa carne / replico tu réquiem / estate conmigo, pido, / llévame al último agradecimiento… ”.

 

En Un presente abierto Mónica nos planteó la cuestión de la filiación voluntaria, de la ética política. En este libro genera un lenguaje que –trastocando la gramática de la lengua, dice– es desafiliación pero aún significante, es, quizá, un intento de mugido. Me permito subrayar algunos versos de tres poemas distintos: “vaca mía… –gime un poco– / cocea contra las alambradas… pero cuando se morfen sin asco tu ternero… gotea entonces tu ojo carnal … faenada en cada una de tus porciones / sea troceado tu esplendor… ni se te ocurra salir piando / cuidado con dar la panza anhelando cariñitos…”

 

Humanos, ni mugimos ni piamos. Teniendo palabra no podemos decirnos “no” antes de infligir sufrimientos múltiples en calles, en campos de batalla, en mataderos. La pregunta de Bentham retomada por Derrida es fundamental para pensar al ser humano y a su relación con el mundo, entiéndase a este como: congéneres, planeta, animales, plantas, minerales, aun cosas. Subrayo unas líneas más de dos poemas de Animal Print: “… Tú que crees a salvo tu mirada y tu distancia, ten precaución del vaso sediento y del apetito voraz con que anhelas significar (tampoco te creerás una resucitada Alejandra alejandra)”… “no me vengas con tus trampas de cadena productiva —te he visto morder—”.

 

Es imposible no afiliarse a la palabra de Mónica Velásquez Guzmán en Animal Print, al chillido de su palabra. Desde esa filiación, intento un pío pío: Será para algún día decir “no”, que tenemos palabra. Sí, aún escucho a Derrida: Pensar es decir no.

Comentarios


Recibe nuestras novedades

¡Gracias por tu mensaje!

  • Facebook
  • Twitter

© 2023 Creado por LaGaceta con Wix.com

bottom of page