top of page

Y al principio todo fue Caos… La Paz performática de Samadi Valcárcel

Reseña crítica de una obra teatral que propone una puesta en escena que incorpora el audiovisual y la danza.


ree

Cuando le pido a la gente que me describa La Paz en cinco adjetivos, siempre una de las respuestas será “caótica”. Es que hay consenso en una mayoría absoluta. Ahora bien, conocer y querer esta ciudad es relacionarse con el caos, con fascinación, con ternura, con rabia.


La Paz performática es una obra sin hilo narrativo, pero que sí sabe entretejerse con el caos de la ciudad. De eso se trata: son postales vivas de La Paz, de sus recovecos y de sus catacumbas al aire libre, pero también de sus actitudes, sus movimientos y la música que estos emanan. El caos es musical y nunca para, y esto se reproduce muy bien en esta obra. La ciudad grita todo el tiempo, se estremece, baila a través de sus habitantes, es pues, performática.


Hay dos cosas que componen el sello artístico de Samadi Valcárcel: el audiovisual y el baile. La pantalla nunca falta, es un espacio hipnotizante que muestra distintos puntos emblemáticos y secretos a la vez de La Paz. No faltan las imágenes de la calle Jaén, la plaza Murillo, la protección del Illimani, o las caminatas espaciales en el Valle de la Luna, aquello que demuestra esa relación tan catastrófica entre metrópoli y naturaleza, donde uno no se deja absorber por el otro. La pantalla, constante y frenética, nos muestra imágenes de calles ocultas de la ciudad y otras de espacios donde todos tenemos anécdotas que contar. Paralelamente, hay música que incita al público a moverse, porque no tiene dónde sentarse, instaurando cierto caos entre nosotros, como en nuestras calles, nuestro hogar. Es que La Paz es puro movimiento y se estampa en todo el baile que vemos y ejercemos durante la obra, algunos son pasos consolidados, como la cueca paceña, otros, son los pasos cotidianos, los que escuchamos sobre los pavimentos y los adoquines de la ciudad.


Por otro lado, Valcárcel construye arquetipos de personajes paceños, algunos de los cuales hemos reconocido de las calles, de la literatura y de las artes. De nosotros mismos. Son los que nunca faltan en La Paz, aquellos que extrañaremos si nos dejan. Observamos a la anticuchera, a la llauchera, el funcionario público que corre a toda velocidad, el lustrabotas, el breakdancer… que viven su cotidianidad, pero que también arman un patrón rítmico constante. Estos personajes arquetípicos también mutan, porque son definidos más allá de sus oficios y ocupaciones, se definen por pasiones. Por un lado, la pasión futbolera, aquella que divide la ciudad en colores celestes y albinegros, aquella que implica nuevos tonos de percusión. Por otro lado, también se acerca a las cicatrices que dejan las grietas históricas, como la última dictadura militar. Quién dice que la persona con la que nos topamos en El Prado no es la misma que después nos hundirá en la tortura.


La Paz es un escenario. Es un espacio que produce paradojas eternas y esto está muy bien reflejado en la obra. No sé si esta obra es un legajo de cartas de amor a La Paz, pero es un espejo, de eso estoy segura. Amar esta ciudad significa amarla con su caos, amar su desesperación y su violencia. Amar sus pasos y bailar con ella. La Paz es incongruencia y absurdo, y, como espectadores y espectadoras, esta experiencia teatral fue quererla un poquito más, aunque duela. 


ree

FICHA TÉCNICA:

Idea original y dramaturgia: Samadi Valcárcel Rodas

Intérpretes: Pamela Villarpando Roque; Fabricio René Murillo Mejía; Sergio Rojas

Montoya; Jocelyn Paola Cornejo Coronel; Tambo Mamani; Lenia Esmirna

Orellana Gomez; Wara Rojas H.; Sofía Carriquiriborde Ichaso; Edwin Villarroel

Cusicanqui; Daniel Mauricio

Diseño, edición de video y mapping: Israel Alberto

Diseño de sonido y música original: Nebai M. Ríos Miranda

Dirección general: Samadi Valcárcel

 

Comentarios


Recibe nuestras novedades

¡Gracias por tu mensaje!

  • Facebook
  • Twitter

© 2023 Creado por LaGaceta con Wix.com

bottom of page