Proponemos una suerte de “degustación” de algunas de las principales ofertas literarias nacionales que se lanzará y venderá en la FIL paceña que arranca esta noche.
La versión 28 de la Feria Internacional del Libro (FIL) La Paz, es –o será, como todo hace prever, una reafirmación de que la tenacidad del sector editorial se impone históricamente a los contextos complejos.
No hay papel, no hay dólares, o cuestan caros; pero sí hay libros (esperemos, a buen precio), y sigue la tendencia de hace ya más de una década: la FIL paceña es la plataforma central de cada año para marcar el tono de la literatura nacional.
No son pocas las ofertas en narrativa, que es lo que acá priorizamos: proponemos un repaso por lo más destacado entre las novedades de las siete principales editoriales.
Suerte sin Blanca
De entrada, la excepción que reafirma la regla: la poesía centrará muchos de los mesones de novedades con un proyecto que trasciende editoriales y épocas: el Goethe Institut de La Paz hizo converger a cuatro editoriales en la reedición y lanzamiento conjunto de cuatro libros de Blanca Wiethüchter, pilar de las letras bolivianas de las últimas décadas.
El Cuervo trabajó un volumen con los poemarios Madera viva y árbol difunto (1982) y Ángeles del miedo (2005); Nuevo Milenio juntó Asistir al tiempo y La lagarta; Mantis eligió la única novela de Wiethüchter: El jardín de Nora (1998); y Dum Dum, lanza el ensayo biográfico Memoria solicitada.
Escribe Marcelo Villena en su libro El preparado de yeso: “para Blanca Wiethüchter valdría también eso que alguien decía de un común amigo: que le debemos tanto que todavía no sabemos cuánto le debemos”. Quizás para tratar de connotar la trascendencia de Blanca y la necesidad de seguir leyéndola, vale recordar lo que escribió Saenz sobre una aún muy joven poetisa, en 1975: “es evidente que todos los caminos en la poesía de Blanca Wiethüchter conducen a la ciudad. Canta el poeta el canto que la ciudad canta; sufre el sufrimiento que la ciudad sufre y se alegra con la alegría con que la ciudad se alegra…”.
Dum Dum
La apuesta fuerte es Yo maté un perro en Rumanía, de Claudia Ulloa, autora peruana que llegó para presentar el libro este sábado 3.
Sumida en la depresión y la desidia, una latina profesora de idiomas en Noruega decide salir de su encierro (baja médica a plan de Clonazepam) y acepta acompañar a su amigo exalumno que debe resolver unos asuntos en su Rumania natal.
En una larga y rocambolesca aventura (visos de road movie y crónica etnoantropológica de la aún provinciana Rumania) atraviesa por fases de paz, resurgimiento, miedo y rabia… y, finalmente, en medio de la burbuja de la extranjería y los barbitúricos, su cuerpo y mente reaccionan con la mudez intempestiva que, no obstante, no le impiden percibir y hacerse entender incluso mejor que antes.
Con eso basta, con seguridad, para despertar el apetito. Dum Dum lanzará también el ensayo De cruceños a cambas, de Hernán Pruden.
Mantis
En 2090 aún no se sabe el destino de Asunta Yucra, pero ya es una heroína legendaria. Hacia 2040, ya no se la vio más y, en la década de los 30, aunque lideró una rebelión, nunca se conoció su rostro cubierto por pasamontañas. Más allá de unos cuadernos que poco a poco se van revelando, apenas sí se la conoce en su infancia, cuando fue niñera de Clara, una “niña bien” con quien se hicieron buenas amigas en el contexto de la colonial institución de las “empleadas cama adentro”. Esta es una novela breve, pero intensa. Se la lee en pocas horas y al terminar parece casi imposible que todo lo que la autora narra y propone entren en apenas 127 páginas. Así es Tríptico de Kanata, de Claudia Michel.
Pero, además, la editorial dirigida por Giovanna Rivero y Magela Baudoin, tiene novedades de dos nuevas autoras de la casa: la colombiana Yolanda Reyes, con los ensayos El reino de la posibilidad, y la mexicana Ximena Santaolalla (también coeditora de Mantis) con A veces despierto temblando, una novela de corte histórico.
3600
En su lecho de muerte, tras ser arrojado, maltrecho, desde un auto, Juan Finot –cochabambino, pintor– se encuentra con la Parca y empieza a contarle su vida. Con un desfile de personajes, saltos en voces narrativas y planos temporales, Viaje febril al invierno, de Guillermo Ruiz, propone un tour de force que se centra en las peripecias del boliviano en Europa, como cabeza de un cuarteto de hermosos perdedores que huyen –más emocionados que temerosos– de la policía y de mafiosos, pero, ante todo, persiguiendo cada quien el destino tan esquivo. Altamente recomendable, como las primeras dos novelas de Ruiz y, ¿acaso la consolidación de una trilogía?
No hace mucho, 3600 también lanzó Los belgas, de Adhemar Manjón. En la estela de Los fantasmas del sábado, su anterior libro, el autor sigue contando historias de la Santa Cruz metrópoli. Si en aquellos cuentos –que bien pueden también entenderse como una nouvelle hecha de recortes–, primaban las historias de similar raíz y desarrollo, aunque con diferentes protagonistas, para pintar un panorama de la frenética y violenta vida actual en la urbe, ahora –con los mismos orígenes y motivaciones– el ojo está centrado en los personajes. En Los belgas, Manjón se enfoca, además, en la provincia y los provincianos tan cercanos que ya casi están subsumidos por la monstruosa capital lo que, no obstante, no borra las terribles secuelas del desarraigo y la discriminación.
Entre muchas otras ofertas de la casa editorial paceña, hay que darle especial atención, también, a Manqapacha delight, de Camila Urioste.
El Cuervo
De las novedades más frescas de los cuervos, pintan muy bien Los años del puma, de Laura Coleman y Altopía 2, de Joaquín Cuevas y Alejandro Barrientos, que seguro tendrá el mismo éxito resonante que la primera entrega. Pero hace pocas semanas se lanzaron otros dos libros imperdibles:
Rodrigo Hasbún escribe sobre la casi adicción que provocan los diarios de Julio Ramón Ribeyro y matiza en algún momento con una anécdota de Italo Calvino rememorada por Ricardo Piglia. En la estela de estos maestros, peruano, italiano y argentino, el boliviano es no solo un avezado novelista y cuentista, sino que además explora con buena fortuna la no ficción.
Los artículos y ensayos breves de Los murmullos –al igual que los de su predecesora Las palabras (El Cuervo, 2019), ambos descritos como “textos de ocasión”–, se caracterizan por el olfato y timing: sabe qué contar, cómo abordarlo y cómo hacer interesante su rutina propia, sin dejar que el “yo” se interponga, como tan peligroso suele ser en este tipo de textos.
Y vemos también una pincelada de El horizonte del grito, de Maximiliano Barrientos. Un hombre vive sus instantes finales, tras la masacre del régimen militar. Está en una cueva junto con el espectro-memoria de su mujer, María. ¿Es él o el delirio de ser él? No se sabe, y poco importa.
En “Todo lo mirado reclama un ojo”, el mejor relato de este libro, recuerdos-visiones-deseos se mezclan en un largo y tortuoso final –el del protagonista y su mundo conocido– que le hace un guiño a Rulfo: llega un moribundo soldado desertor y juntos parten –este último cargado a espaldas del otro– hacia lo inevitable, siguiendo el susurro de María. Si bien en el clásico “No oyes ladrar los perros” del maestro mexicano, padre e hijo van con la tenue esperanza del remedio, ahora la marcha más bien es en desesperada persecución del fin.
Nuevo Milenio
En una Amazonia del futuro cercano, campea la minería invasiva, las oenegés ecológicas crean hologramas y animales de laboratorio para reemplazar a los cada vez más extintos, y la gente recurre a sectas apocalípticas y ufólogas para llenar el vacío y contrarrestar el desasosiego. Este es solo uno de los ejes de Área protegida, la nueva novela de Edmundo Paz Soldán, que se presenta este viernes 2.
La editorial cochabambina tiene una nutrida oferta, pero hay que detenerse en una más: Pombero, libro de cuentos de la argentina Marina Closs que, según la lectura de Mayra Romero, “nos muestra sin mostrarnos aspectos de la vida cotidiana de los que no siempre se habla (o no se quiere hablar, en realidad), a través de personajes que sí son cotidianos pero que no son planos, y de situaciones que parecen rutinarias pero que son mucho más profundas de lo que esperamos”.
Plural
“El coronel Percy Harrison Fawcett quería establecer contacto con los “salvajes” en Bolivia, un propósito que desataba invectivas exacerbadas de la sociedad científica de Londres por exponer a sus compañeros a las flechas envenenadas. Cuestionamientos y acusaciones que no lo desalentaban; por el contrario, sustentaban sus afirmaciones de retratar escenas sobre la Amazonia en su real extensión…”.
De eso va Amazonía… Travesía, de Alain Mesili que destaca en el paquete de novedades de Plural, junto con la nueva entrega de la saga detectivesca de Santiago Blanco, creada por Gonzalo Lema: Hablemos con prudencia de nuestros muertos.
BBB
Dentro de su catálogo para esta feria, la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia presentará la edición de De cuando en cuando Saturnina, de Alison Spedding, novela ya canónica sobre la que Vicky Ayllón escribió:
“La tercera novela de la saga de Alison Spedding (junto a Manuel y Fortunato y El viento de la cordillera), relata cómo las fuerzas rebeldes de la ex Bolivia no conquistan el mundo, pero sí ayudan a la “liberación” de varios pueblos. En otra ocasión he calificado a esta novela como distópica y por tanto alineada en el ciberpunk o incluso en el post ciberpunk. La distopía, al contrario que la utopía, establece sociedades futuras con base en las actuales, es decir que se fundan en un continuum histórico con las contemporáneas. Este recurso es fundamental en De cuando en cuando Saturnina por la superposición de planos históricos. Al leerla es imposible no recordar la tesis de Zavaleta de que la formación social boliviana está compuesta por “‘verdaderas densidades temporales mezcladas”.
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