Después de pasar por incontables agrupaciones y grabaciones en diversos géneros de la música boliviana, el percusionista y flautista Luis Marcelo Murillo Bonilla asume la rectoría del Instituto de Formación Artística “Simeón Roncal” de Sucre y aporta a la formación de músicos profesionales.
- Después de tantos años en los escenarios, ¿cómo ha sido emprender la vida académica?
- La música siempre ha sido parte mía desde muy temprana edad. Ha sido muy difícil dejar los escenarios después de tantos años de trabajo. Tener que cambiar aquello por la administración y dirección de una institución musical ha sido quizá uno de los retos más importantes de los últimos tres años, que es el tiempo que me encuentro a cargo de esta institución en Sucre.
Anteriormente tenía el nombre de Escuela Nacional de Música “Simeón Roncal”. Cuando tenía alrededor de 17 años la frecuentaba con mis dos grandes amigos: Miguel Pereira (violonchelista) y Gustavo Orihuela (violinista). La institución entonces tenía otro semblante, quizá por la precariedad y antigüedad del edificio. Fuimos invitados los tres a tocar en una orquesta de cámara dirigida por el maestro Atilano Auza.
Posteriormente me fui a estudiar al Conservatorio Nacional de Música de La Paz y dejé olvidada la institución. Nunca volví a visitarla y menos pensé en algún día administrarla. En esos quizá 20 años de estar fuera pude conocer, visitar y estudiar en otras instituciones de música, ahí es donde me di cuenta de que nuestra Escuela Nacional de Música tenía varias limitaciones que hacían que los estudiantes migren a los pocos años de estudio, tal como lo hicimos nosotros. Ahí empieza el interés por revertir esto de alguna manera. Al momento de asumir la rectoría sabía que iba a cambiar mi vida musical, sabía el precio de esto que justamente es el de dejar los escenarios, postergar giras.
El ver la manera de mejorar la institución se convierte poco a poco en una obsesión que va creciendo más y más. También crece el cariño y apego hacia todo lo que se genera dentro y fuera de la institución, contagiado por los docentes que también se sienten comprometidos con darle un futuro mejor. Personalmente puedo decir que el haber cambiado mi vida artística y poder emprender este tipo de desafío por la administración y dirección del instituto ha dado la vuelta mi proyecto de vida para seguir aprendiendo y mejorando cada día más.
- ¿Cuáles son los logros y desafíos más importantes de tu gestión al frente de la Simeón Roncal?
- El Instituto de Formación Artística “Simeón Roncal”, con Resolución Ministerial 1295/2018, ejecuta este cambio, de escuela a instituto superior, en 2022, y se convierte en la única institución oficial que oferta una certificación en los niveles de técnico medio y superior en Sucre. Haber podido alentar y apoyar este cambio tan significativo con nuestras autoridades superiores, ha sido uno de los grandes desafíos superados. Este cambio se ha asumido de manera positiva tanto por el plantel docente como también por la comunidad educativa.
Los retos son varios: el mejoramiento de la infraestructura, el potenciamiento de la biblioteca virtual y física, la restauración de los pianos antiguos, la compra de instrumentos nuevos como pianos, violines, chelos, etc.; la conformación de una orquesta y coro de cámara entre otros varios elencos representativos de la institución; la actualización docente en los nuevos marcos curriculares; la firma de convenios estratégicos con diferentes instituciones; visibilizar la institución en espacios nacionales… De a poco, con el transcurso de los años, esperamos que nuestros estudiantes puedan apostar por la institución y la migración cese, para consolidarnos como un semillero de nuevos artistas con un alto nivel de formación. Esperamos que poco a poco también se pueda lograr las debidas tramitaciones para obtener el grado de licenciatura, ese es el anhelo más grande.
- De acuerdo a tu experiencia, ¿cómo ves el desarrollo de la formación musical en Bolivia en los últimos diez años?
- La formación académica ha tenido una buena respuesta, un impacto muy positivo a nivel nacional. Esto se puede apreciar con diferentes ejemplos: la Orquesta Sinfónica Nacional de La Paz era de las pocas en el país, pero en la actualidad se pueden apreciar varias orquestas muy importantes con un nivel alto en varios departamentos y ese es uno de los indicadores notorios por los que pienso que se está viviendo una transformación muy importante, de la cual somos responsables y principales actores los formadores.
Lo mismo pasa con las instituciones de formación artística: el Conservatorio Nacional de Música de La Paz fue también un referente importante y quizá la institución bandera donde todos queríamos formarnos. En la actualidad se tienen institutos de formación artística por todo el país con niveles óptimos.
Otro indicador quizá es el movimiento cultural que en estos últimos años se ha ido incrementando en Bolivia, como la creación de festivales de música, grabación de discos, giras, creación de grupos de impacto en diferentes, géneros que se han incorporado y adoptado en la última década, estos indicadores muestran resultados.
Nos encontramos en un tiempo en el cual se trata de mejorar las instituciones formativas a nivel general haciendo que todas funcionen a un buen ritmo, con mallas curriculares comunes, con direcciones, objetivos y propósitos claros, que tengan resultados a un mediano plazo.
- ¿Cómo ves la escena musical en Sucre en particular y en Bolivia en general?
- La escena musical en Sucre es destacable en este último tiempo. Claros ejemplos son las bandas de rock La Logia, La Chiva entre otras que nos representan en eventos nacionales, destacando el talento chuquisaqueño. También la creación de varios elencos de música tradicional folklórica, popular, tropical, jazz, blues y, en lo académico, orquestas de cámara, hacen que se incremente el movimiento cultural en Sucre, que sea dinámico e interesante que generan una agenda cultural rica con propuestas diversas.
Por otro lado, en Bolivia se puede apreciar todo este crecimiento de la escena musical a niveles más notables. Sin ir más lejos, la cantidad de los discos que se han grabado en esta última década. Personalmente pienso que se está viviendo un boom que está marcando el cambio a comparación de otras épocas anteriores, con herramientas diferentes, talentos eximios, músicos a niveles altos de interpretación técnica, en variedad de géneros. Esto con un efecto multiplicador de estudios de grabación nuevos a alto nivel, bandas que salen del país y hacen giras por Sudamérica y Europa, la asistencia masiva de público a eventos musicales, los conciertos de músicos internacionales. La suma de todo aquello hace que mucha gente se interese y tenga empatía con la música cosa, que quizá no existía antes: la mentalidad abierta y el acercamiento a esta profesión tan linda ha crecido, la música en la última década se ha vuelto una forma de vida, un sustento para el que quiera dedicarse a ella.
- ¿En qué proyectos musicales estás trabajando actualmente y hacia un futuro inmediato?
- Siempre me he considerado una persona inquieta y propositiva que va evolucionando de acuerdo al espacio y entorno. Los últimos tres años he estado trabajando como rector del Instituto, paralelamente tengo proyectos formativos como la Sucre Big Band Jazz, donde cumplo la función de director, productor y músico. Este proyecto alberga alrededor de 24 músicos con un repertorio de latín jazz, swing, funk, entre otros. También el proyecto de la orquesta de cámara El cuento del mundo, (se llama así por la obra de la maestra Matilde Casazola), que se está perfilando a ser la sinfónica oficial de Sucre. También tengo proyectos musicales en género tropical (Mutante Style), reggae (Caramelo de Limón), fusión folk-rock (Canto Sur), Gustavo Orihuela Trío (música del mundo) y Tin Tin Deo (latín jazz y salsa).
Además, tengo un taller de ensamble de percusión como docente y un taller de instrumentos nativos. Como lutier, voy creando instrumentos de percusión y modificando algunos otros, con mi línea de instrumentos de percusión que se llama El Terrible Tambor, Hecho en Bolivia.
“La mentalidad abierta y el acercamiento a esta profesión tan linda ha crecido, la música en la última década se ha vuelto una forma de vida, un sustento para el que quiera dedicarse a ella”.
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