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La materialidad de los significantes

Apuntes del escritor Juan Cristóbal Mac Lean acerca de la exposición Caligrafías, de la artista brasilera Ligia d´Andrea, que se inauguró en la galería del Banco Nacional de Bolivia en La Paz, el pasado 16 de noviembre.



En La Paz estuve felizmente, la semana pasada, en la exposición de la brasilera Ligia d´Andrea, que ya hace muchos años vive en esa ciudad, sorprendiendo con sus armazones, hilos, instalaciones, pinturas. Sobre esa muy bella exhibición, un breve apunte:

 

La vida de la letra a veces rebalsa su quietud en los libros e irrumpe en su paz de pergamino. Y de tal manera, caligrafías y letras, palabras impresas, hojas, páginas, se escabullen de las redes del significado y se ponen a jugar por su propia cuenta. La materialidad de los significantes se ha impuesto sobre la suerte de los significados, sacrificándolos, y se despliega entonces en un nuevo espacio plástico, ofreciéndose al inicial desconcierto de la mirada.


Entre los casos más felices de estas intervenciones, está la que se ejecutó sobre/con un diccionario alemán/portugués, del que la autora cuenta que se había servido mucho tiempo, entre útil e inútilmente, cuando llegó de joven a estudiar en un pueblo de la Alemania bávara y el dialecto alemán que se hablaba allá era tan difícil que, ni diccionario y todo, lograba acceder al habla. Entonces, a modo de venganza, de catarsis, de redención, desmembró ese diccionario, lo re-cosió, y aquí lo vemos, desplegado a lo largo de ocho metros.

 

Hilos, tramas, puntadas se abaten sobre los libros, o es como si surgieran de ellos, y vemos ejemplares de Lorca o de Platón convertidos en objetos estéticos que ya no se leerán.

 

Al mismo tiempo, empero, se da como una acuciante y secreta invitación, incitación a ver lo que no se ve. ¿Qué letras eran, qué palabras fueron? ¿Qué decían esas marcas diminutas en su contexto primigenio? Ya no lo sabremos, aunque queda, sin embargo, la huella, el detritus de los significados irrecuperables y que no podemos ver, mas sin embargo intuimos, adivinamos como un pasado primigenio y perdido de la flamante existencia de esas páginas que acceden a un nuevo estatuto de obras de arte visuales, objetos que rememoran, abominan o celebran la letra y se sirven ahora de ella como de un material más. Los textos originales perviven, más ya no como tales textos, sino que se han metamorfoseado en otra cosa, de otro orden y en el que hallan una nueva felicidad.





 

Fotos: Juan Cristóbal Mac Lean

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