Se suman las voces bolivianas en su homenaje al respetado y apreciado cantante y cantautor cubano Pablo Milanés quien, y “de qué callada manera”, nos dejó hace unos días.
Ilustración de Frank Arbelo
Vadik Barron (cantautor, escritor)
En Cuba, Silvio Rodríguez es “Si’bio”, y Pablo Milanés, “Pablito”. Ese cariño diferenciado tiene que ver con el arraigo que el cantante tenía en su público. Admirado por esa voz particularísima, autor de himnos como “Yo no te pido”, “Yolanda” o “El breve espacio en que no estás”, cultor de varios géneros vertebrales de la música cubana, como el bolero y el filin, el cantautor, más conocido como cantante, es una figura ineludible de la música hispanoamericana desde los años 60 del siglo pasado. Discos como Orígenes o Canto de la abuela lo muestran no solo como un compositor solvente, sino también como un cantante con un repertorio notable, que proyectó a otros autores, siempre en consonancia con la tradición cubana, la poesía y sus raíces afro. Tanto cariño y voces que se suman para homenajearlo, lo confirman como un artista inolvidable.
Gabo Guzmán (guitarrista)
Lo fácil es decir, urgido/ardido, para fregar a lxs cuatxs de la trova, me gusta más Pablo (que Silvio, obviamente). Me gustan más los Van Van. Ya, quedemos: Van Van y Pablo cantando “Proposiciones”. Pero no es asunto de clasificatorias. Este es un problema de dulzura, de magia atroz, de magos que no son de Oz ni de Ozzy. Sí pues, hay otras músicas. No iba al cuento. Se trata de aprender a llorar, a querer y a “desquerer” gracias a unas canciones, que son magas, que son dulces, que son días de luz, que son Pablo.
Mauricio Montero (cantautor, productor)
En mi adolescencia la Trova llegó a mi vida como lo que es, un concepto y no así un género, y este maravilloso concepto introdujo todo tipo de géneros dentro suyo, sí... todos los que podemos utilizar los cantautores/trovadores para ir deconstruyendo de a poco el mismo concepto. En su deconstrucción nos encontramos primero con los artistas netamente creadores, los que nos sorprenden con sus obras, pero cuando vamos hilando más y más, nos encontramos con artistas que ya no solo componen canciones, sino que crean y recrean más allá de lo suyo, que musicalizan otros textos/poemas, que escriben y que interpretan no solo lo suyo, sino la música que admiran.
He ahí Joan Manuel Serrat musicalizando poemas de Miguel Hernández, cantando música de Violeta Parra: “Mazúrquica modérnica”, “Gracias a la vida”, “Me gustan los estudiantes” o “Volver a los 17”. Tremendo cantautor, pero, a la vez, qué gran intérprete, su versión del “Tango Cambalache” es una joya. Este grande me hizo descubrir el concepto del artista sin absolutismos, como por ejemplo ese estereotipo que hasta hoy genera polémica, "el artista solo debe crear y no interpretar la música de otros"... aquí es donde aparece Pablo Milanés más o menos a mis 16 años. Este señor entró en mi vida porque era la segunda figura más importante de la Nueva Trova Cubana, ese prolijo movimiento de poetas creadores de Cuba y afines a una ideología política, y yo quería nutrirme de ese movimiento, quería que mi música se parezca a lo que ellos hacían, quizá porque siempre la elocuencia a la hora de decir las cosas cantando me ha cautivado.
Silvio y Pablo a la cabeza... sacaba Silvio para interpretarlo, bien o mal no importaba, pero Pablo me parecía más complejo, sus canciones eran más instrumentadas y muchas me parecían más difíciles de guitarrear e interpretar que las del mismo Silvio. Un afrocubano en la trova, con una voz bella, diferente, (era un verdadero jilguero), gran compositor que venía de las raíces de la primera trova y de todo el movimiento del filin y que, coherentemente, lo refleja en su estilo tan particular. Gracias a él descubrí que el bolero era cubano y no así mexicano como me hicieron pensar Los Panchos en mi adolescencia.
Pues sí, Pablo Milanés reforzó y corroboró todo lo que había aprendido y descubierto con Serrat, Pablo fue un artista que no se embelesó con su talento ni con el ego, trampas en las que podía caer para luego dedicarse a hacer solo lo suyo, pero no, él musicalizó los versos de Martí, también escribió poemas, compuso música, pero también interpretó, y eso lo hizo transparente ante mí y mi búsqueda, cantó la música que lo hizo (que lo construyó) y a la que se debía, sacó cinco discos de boleros interpretados al mejor estilo del tradicional filin, y un otro de boleros en vivo en Tropicana con versiones de boleros estupendas. Son mis discos favoritos de boleros y gracias a ellos me vinculé con este género. Pablo hizo cantidad de colaboraciones en las que cantó canciones de otros, por ejemplo, con Víctor Manuel, “Solo pienso en ti”, lo vi cantando “Yo vengo a ofrecer mi corazón” con Fito, y colaboró en todo un disco con Raúl Torres a quien guio con una especie de padrinazgo o tutoría artística.
A Pablo Milanés empecé a valorarlo y a escucharlo con otro tipo de oídos, más allá de lo estético hasta encontrarlo musicalmente brillante: qué hombre para hacer segundas voces bellas, distintas, creativas, auténticas, con una complejidad que hasta hoy me sigue impresionando y a la vez con una naturalidad que solo los elegidos tienen, así como Carlos López. Sus melodías siempre fueron muy particulares. Pablo es uno de los que me hace y me hizo ver que el arte es aquello que nos hace más humanos, más críticos, complejos, sencillos, con contradicciones, llenos de sentimientos encontrados, seres humanos que contamos todo tipo de historias según nuestra percepción en un tiempo y un espacio determinado.
Qué difícil para Pablo, después de varias canciones políticas emblemáticas a favor de la revolución cubana, mantenerse aseverando que él seguía siendo un revolucionario, pero crítico con la Revolución y con Cuba. Sabemos que la política si no divide no se empodera, si en la política partidaria no apoyas incondicionalmente eres un traidor, no se puede ser crítico (todo parecido con la realidad de este país es pura coincidencia). Y Pablo fue visto como un traidor o como un tibio y ese es el riesgo que todo cantautor asume a la hora de meterse en política. Pero Pablo no fue tan político como Silvio y por eso muchos lo condenan y otros muchos lo prefieren y lo consideran el más grande trovador de Cuba.
Canciones existenciales como “Cuánto gané, cuánto perdí”, “El tiempo pasa”, o canciones con una onda más balada como “Yolanda”, “El breve espacio…” o “Para vivir”, o temas con el son de cuba como “De qué callada manera”, o canciones políticas como “Yo pisaré las calles nuevamente” o “La vida no vale nada”. Entre mis favoritas, “El primer amor”, “Éxodo”, “Cuando te encontré”, “Si ella me faltara alguna vez” y quiero seguir divagando, pensando y reflexionando, porque la ausencia de Pablo me afectó. Es como un hueco en mi alma que no puedo explicar... porque crecí con parte de su música y aprendí de ella; hoy lo siento más que nunca como cómplice y constructor de lo que yo soy.
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