Las palabras de la noche son estrellas
- vadik barron
- 23 jun 2022
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 27 jun 2022
Desde Santa Cruz nos ha llegado la noticia de la partida de Eduardo Kunstek (1952-2022), poeta perteneciente a una generación dorada de las artes orureñas. Su obra, sin embargo, ha sido muy poco difundida. En La Trini le rendimos homenaje.
Un poeta no muere se resquebraja como hoja seca para ser música.
Eduardo Kunstek
Por eso es que he decidido nunca olvidar.
Andrés Calamaro

“Una trama de palabras olvidadas” es el primer verso del poema “Membresía”, incluido en la compilación De la órbita final, que es, de hecho, final, en cuanto a la reunión de la obra más bien dispersa del poeta orureño, y un testimonio de sabiduría y templanza poéticas. No queremos que sus palabras se olviden en este tiempo en que la memoria a largo plazo es una especie en extinción. Así que recordamos a Eduardo Kunstek como a un autor digno de ser leído en un país que -estoy convencido- es tierra de poetas.
Activo y descollante en una generación de vates orureños que tiene nombres como los de Edwin Guzmán Ortiz, Eduardo Nogales o René Antezana, Kunstek publicó cinco poemarios, integró el movimiento 15 poetas de Bolivia y fue fundador y miembro del consejo editor del suplemento El Duende de Oruro, la publicación cultural más antigua vigente en el país.
Algún día escribiremos sobre la mítica Galería Imagen, en los 90, escenario de tertulias que hoy se han ido, como se van sus poderosas voces. Por ahora, recordamos la vida de Kunstek y celebramos la estela de su legado en estas palabras que, según su creador, “con más humildad que orgullo, gusto de llamar poemas”.
Ciudad
¿Quiénes son las gentes ocultas
tras el macizo de edificios titubeantes,
qué nombre tienen las aguas que besan tus playas,
cuál fue el verano que ordenó las calles,
cuál la primavera que les dio nombre,
volcando recuerdos en los aleros
con qué fervor arden los hogares?
Ciudad invicta tras los muros de bruma
mis ojos solo ven los campos que te exceden
como mi vida más allá de los dominios de tus puertas
de tus mujeres de puntuales faldas
sobre el pan de madrugada y las flores
solo veo su amor tras el vellocino
huidizo de una aventura sin par.
Florescencias
Erguidas con el penacho en alto
son el mayor enigma de Babel
-las flores no tienen bandera-
el lenguaje ofrecido del más allá vegetal
una forja hermética de la inteligencia
seducción que baña los sentidos
prolijo ruido de colores, texturas y aromas
un silencio que sabe arrullar la sutil brisa
bajo qué orden se signan los pactos
una calma trayectoria que cautiva
como sol cuando rueda el girasol.
Paja Brava
Una a una se fijan
en mi memoria como espejos
abrazados a la lluvia
las espinas cautelosas
congelada su alma la paja
de los bosques de vida silenciosa
donde nadie se quiere más
que la luz que recibe
cuando amainan los ángeles
cuando flota en el aire amenazante
entre las miasmas de tierra húmeda
el desierto de los tropezones culposos
ellas ganaron con sus espinas al jardín
que se sueña cielo y recorre
a puerta cerrada el inmenso terruño.
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