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Diversas propuestas escénicas en el Premio Peter Travesí del Bicentenario - Primera Parte

Del 26 de septiembre al 5 de octubre el teatro se apropia de Cochabamba con la XXXIV versión del Premio Nacional de Teatro Peter Travesí Canedo. Diez elencos forman parte de esta versión, cinco de La Paz, uno de Santa Cruz, uno de Tarija, uno de Oruro y dos de Cochabamba. Todas las obras tienen como escenario el Teatro José María de Achá, el telón se levanta cada noche a las 19:00 y el costo de las entradas es de Bs 35.


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Obra: Equipo Andrómeda

El 26 de septiembre se inauguró el ciclo con Teatro Feroz (La Paz) y su obra Equipo Andrómeda, una puesta en escena visualmente atractiva, con recursos escénicos frescos que combinan la danza y el basquetbol con el teatro.


Bajo la autoría y dirección de Samadi Valcárcel, la historia se sumerge en el trauma psicológico de una mujer que sufre violencia doméstica y termina cobijándose en un equipo de básquet. Las escenas desmenuzan fragmentos de los recuerdos de la protagonista hasta llegar a su punto de quiebre en la galaxia Andrómeda, donde habitan los cuerpos torturados. La danza y el básquet se mezclan acertadamente para crear escenas dramáticas, consiguiendo reflejar, por ejemplo, el dolor, el miedo, la libertad o el rechazo con coreografías bien logradas. Las cuatro compañeras de equipo se convierten en una extensión de lo que siente y atraviesa la protagonista en este camino de enfrentar y superar su trauma.


Encontrar el equilibrio y el ritmo entre la danza constante y el relato de la protagonista es la parte desafiante de la obra. Hay algunos momentos en los que la danza captura a tal punto a la audiencia que la actuación de Graciela Tamayo pasa a segundo plano, pero en otros trayectos, cuando logran fusionar este complemento, la obra regala escenas tan creativas que simplemente no puedes dejar de mirarlas.


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Obra: Serendipia                 

El sábado 27, Escena al Margen (La Paz) presentó la obra Serendipia, de Diego Mattos, con grandes actuaciones de Cristian Mercado y Patricia García. La puesta en escena mantuvo un nivel alto, sustentada en el recurso del mapping, bien diseñado para conducir la historia con claridad. El ritmo es fluido, la iluminación es clave para lograr los efectos visuales y la escenografía, un cajón de bastidores transformable, brinda versatilidad y dinamismo a las escenas.


Es una obra ligera, práctica y funcional, bajo la dirección de Cristian Mercado. Un par de amigos se reencuentra por accidente –serendipia– después de muchos años, en un momento de sus vidas en que ambos simplemente quieren reiniciarlo todo y darle sentido a su existencia. La actuación es el punto clave de la obra: dos personajes simpáticos, tiernos, vulnerables y divertidos a la vez, desnudan de a poco sus conflictos personales, hablando un lenguaje cotidiano y popular. Es inevitable conectar con ellos, dejarse llevar por la química que desbordan en la escena y el ritmo que proponen; cada momento de la obra desentraña más detalles de cada uno, logrando sostener así la atención de la audiencia hasta el final.


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Obra: La última fiesta

El domingo 28 fue el turno de Voyeur Teatro (Santa Cruz) y su obra La última fiesta, escrita por Oscar Zambrano. Es una puesta en escena exigente, intensa y versátil, gracias a que la escenografía funciona y ayuda a mantener un ritmo fuerte y fluido; a lo que también contribuye la música en vivo.


La obra vuelve a los escenarios luego de 35 años, con otros actores y bajo la dirección de Jorge Calero. Un grupo de actores celebra al finalizar su función teatral, en medio de tragos, bailes y música, hasta que se desencadenan debates de cómo era, es y puede llegar a ser nuestro país. Diez actores en escena transitan por diversas imágenes que se vuelven un espejo de Bolivia: reflejan el exceso, la corrupción, el egoísmo, intolerancia, estereotipos, etc. El texto exige un trabajo actoral sacrificado, pues cada actor y actriz encarna varios personajes de un momento a otro y sostiene un equilibrio entre todo el grupo.


Fuera de los problemas de iluminación que tuvo la presentación y la falta de adaptación de un par de escenas, la obra funciona, llega; es equilibrada y no da cabida a pestañar ni un segundo.


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Obra: Minotauro, bramidos desde la mina

El lunes 29 se presentó La Plaga Teatro (Oruro), con Minotauro, bramidos desde la mina, una obra dinámica y entretenida que combina muy bien el rap con el teatro.


Bajo la autoría y dirección de Darío Torres, la propuesta escénica transmite la historia de un minotauro que busca entender su existencia de “monstruo” encerrado en un laberinto o una mina; cómo debe enfrentar a su familia, sentir su rechazo y finalmente intentar romper el desenlace del mito que lo persigue. Con entregas actorales sinceras, la obra fluye con un gran ritmo, gracias al buen manejo de la sátira y el rap, que juega un papel clave para elevar escenas importantes, y demuestra ser un recurso escénico fresco que brinda identidad a los personajes. La escenografía funciona, al igual que el manejo de iluminación y sonido.


El público respondió muy bien a la propuesta de La Plaga Teatro; fue participativo, se dejó llevar y disfrutó la función.


Obra: La imagen ausente

El martes 30 fue el turno de Makhurka Teatro (Cochabamba) con la obra La imagen ausente, una experiencia nueva y sensitiva enmarcada en el teatro ciego.


Bajo la autoría y dirección de Ivette Mercado, esta propuesta escénica no convencional probó su viabilidad y rozó momentos conmovedores. La historia cuenta la vivencia de un grupo de no videntes que forman parte de un centro especial de capacitación para este grupo poblacional. Al ingreso te entregan un antifaz para taparte los ojos y te piden sostener el hombro de la persona que tienes en frente para desplazarte.


La actuación está bien trabajada: voces claras, expresivas y profundas te llevan a distinguir diversos personajes; la música, de Javier Valdivieso, tiene una fuerte presencia en la escena, le brinda dinamismo, ligereza y fuerza a varios momentos de la obra. El ritmo fluye y conduce por muchos estados emocionales; la inmersión es el punto alto de la escenificación, pues el público se hace parte, transita y vive cada etapa de la historia.  


La propuesta cumple su objetivo de empatizar con esta realidad, experimentarla y generar un cambio de actitud al respeto.


Dato negativo

La presencia de publico en las primeras 5 noches fue baja. La platea del Teatro Achá estuvo cerca de llenarse solo para un par de funciones. Obras con un gran despliegue escénico fueron vistas por apenas 30 a 40 personas. Este es un problema al que la organización debe prestarle más atención.

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