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Cómo duele ser pueblo, un eslabón perdido del cine boliviano

Actualizado: 5 jun 2022

39 años después de su realización, el filme Cómo duele ser pueblo de Hugo Roncal Antezana (1923 - 2005) finalmente tendrá su estreno en salas de La Paz y El Alto.

Filmada en 16 mm, entre 1982 y 1983, en las ciudades de Oruro y La Paz, y en la comunidad minera de San Antonio de Mujlli de la provincia Tapacarí del departamento de Cochabamba, el largometraje Cómo duele ser pueblo, es la póstuma ópera prima en ficción del cineasta Hugo Roncal y se constituye en un hallazgo valioso para el acervo fílmico nacional y en un interesantísimo documento de época, no solo por su particular narrativa, sino también porque testimonia las condiciones del trabajo cinematográfico de entonces.


Con la actuación protagónica de Hugo Pozo, Alfredo Rivera y Carlos Sandalio, que comparten pantalla con actores espontáneos oriundos de las locaciones donde se filmó, en sus 81 minutos de duración la película retrata la realidad y cotidianidad del país en los 80. En el rodaje participaron estudiantes del Taller de Cine de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), que se desarrollaba por entonces bajo la conducción de Roncal. El argumento del filme está basado en los cuentos El tiempo y los sueños, del novelista y dramaturgo tupiceño Gastón Suárez y en Milagro de noche buena del propio Roncal.


La posibilidad de ver la película terminada obedece a un esfuerzo y gestión de la familia Roncal Revollo que pudo restaurar el material grabado y encarar el proceso de post-producción en base a registros fílmicos y sonoros, guiones, anotaciones y otros documentos. Un impulso importante lo dio el desaparecido –y extrañado– fondo concursable Programa Intervenciones Urbanas (PIU) del Ministerio de Planificación del Desarrollo que respaldó a un equipo técnico conformado por el director y montajista Fernando Vargas (Imagen Propia), en la reconstrucción narrativa y montaje; Stefano Lo Russo, del laboratorio L´lmmagine Ritrovata-Film de Bolonia, Italia, en la restauración fílmica; y la ingeniera de sonido Bernarda Villagómez (Pro Audio) en el diseño sonoro. El filme cuenta con una banda sonora original, autoría del compositor Javier Parrado Moscoso. A las tareas de post-producción, se sumó el aporte de dos nietos del cineasta, Andrés Claros Roncal y Pablo Ramos Roncal, que realizaron un cortometraje biográfico de Hugo Roncal.


Cómo duele ser pueblo es, sin duda, una obra patrimonial y acaso un eslabón perdido en la historia del cine boliviano y, finalmente, después de 39 años, se anuncia su premier póstuma para el próximo martes 31 de mayo en el Multicine de La Paz, y a partir del 2 de junio estará en cartelera en las salas de Multicine (en La Paz y El Alto), Megacenter y en la Cinemateca Boliviana de manera simultánea, para luego salir de gira por salas de otras ciudades bolivianas.


Una reconstrucción


Fernando Vargas, montajista del filme, nos refiere su experiencia personal en el desafío de la reconstrucción narrativa: “es un intento del maestro Hugo Roncal de hacer ficción después de más de 30 años como documentalista. Él filmó está película, pero nunca pudo montarla, los años pasaron y, ya al final de sus días, pidió a sus hijas que hicieran un esfuerzo por terminarla. Teníamos la película rodada y cinco cintas magnéticas de sonido, había un cúmulo de documentos y anotaciones de todo tipo, no había ningún guion terminado”.


“Está basada en dos cuentos cortos y el trabajo consistió básicamente en ver el material una y otra vez e investigar cada una de las notas y apuntes. La forma de rodar estas dos historias es sumamente interesante, porque él venía de una experiencia como documentalista, era un excelente fotógrafo, un excelente camarógrafo. Gran parte del trabajo que hace como puesta en escena es una aproximación documental a un evento real en el que introduce a sus personajes ficticios. Ese era su estilo”.


“Empezando el primer montaje me di cuenta de que la parte documental pesaba mucho, no encontraba un balance, una salida, no había un deseo de contar una historia. Sentí que esa frustración mía la debió sentir don Hugo. Al final, me di cuenta de que no tenía por qué hacer una reconstrucción narrativa; simplemente tenía que contar una historia con ese material. Decidí mostrarle el primer corte a Verónica (Córdova, cineasta, guionista, productora y esposa de Fernando) y me dijo que ambos eran dos melodramas, que la aproximación era documental, que las historias estaban desconectadas y había un desbalance. Me dijo que una de las reglas de oro del melodrama es que el personaje principal, que ha ido por el mal camino, tiene que redimirse, volver al camino de la virtud, y eso viene acompañado de la redención y de la muerte. Verónica me dio la solución. Entonces hice un quinto montaje, asumí el estilo docuficción con lo que tenía. Como don Hugo lo haría ahora. Y, finalmente, tuve un corte que se redujo a una hora y veinte minutos y decidí someterlo al veredicto de la familia Roncal. Ellos vieron el corte y lo aprobaron. Eso fue un gran alivio”.

Perfil del director


Hugo Roncal Antezana es considerado uno de los pioneros del cine boliviano, en el que trabajó como actor, director de fotografía, camarógrafo, compaginador, guionista, productor y director. Fue además escritor y actor de teatro y de cine. Su labor es esencialmente documental, con más de 30 obras de corte antropológico, entre las que destacan: Los ayoreos (1979), El mundo que soñamos (1962), La gran tarea (1975), Tiwanacu (1978), Chapé fiesta (1979), Iglesias de Bolivia (1976), Lo que guarda la tierra (1977) y Culto a los muertos chipayas.

Estas obras se conservan en el Fondo Hugo Roncal, custodiado por la Cinemateca Boliviana. Los ayoreos obtuvo el premio Carabela de Plata como mejor película iberoamericana en el Festival de Bilbao (España). Fue reconocido por el Festival de Tashkent, Moscú, Rusia, con la medalla al director destacado. En 2005 fue galardonado con la Medalla al Mérito Culturala

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