No podíamos dejar de lado a la poesía de un recuento de lo mejor de la producción literaria nacional en los últimos 12 años, sobre todo en un periodo de profusión de colectivos, crecimiento de iniciativas editoriales alternativas, presencia boliviana en escenarios internacionales e interés extranjero por nuestros poetas. He aquí una propuesta de libros de poesía que vale la pena poner en relieve.
Trayectos
Si bien la narrativa parece ocupar los espacios de mayor interés y difusión en el ámbito literario, es innegable que la poesía boliviana ha logrado ingresar en importantes circuitos de publicaciones y festivales internacionales, más por conexiones y esfuerzos individuales de los autores antes que por ser parte de movimientos o productos editoriales.
En todo caso, la poesía boliviana, ha despertado interés en el exterior. Jaime Saénz ha sido traducido al inglés y al italiano, y también autores actuales, como Benjamín Chávez, Sergio Gareca, Gabriel Chávez Casazola y Jessica Freudenthal, han visto sus poemas vertidos a otras lenguas. En 2018 Benjamín Chávez y Timo Berger editaron el interesantísimo libro bilingüe El contagio del fuego, un intercambio entre poetas bolivianos y alemanes. Autoras y autores bolivianos han aparecido en revistas literarias y han participado en festivales renombrados como el Festival de Poesía de Medellín (Colombia), Latinale (Berlín, Alemania) o el Festival Internacional de San Cristóbal de Las Casas (Chiapas, México).
Por otra parte, se debe destacar que muchos poetas, principalmente jóvenes, estén generando un fructífero intercambio con otros países a través de redes independientes. Así, se han realizado varias versiones del Festival Panza de Oro, curado por Juan Malebrán en Cochabamba, (que en 2016 recibió a Raúl Zurita); el Festival Caravana de Poesía, en La Paz, en 2019, replicando el evento que se realiza de manera itinerante y anual en Perú, con poetas de Bolivia, Chile y Perú; y, más recientemente el Festival Jauría de Palabras, curado por Valeria Sandi en Santa Cruz.
Es importante también resaltar el hecho de que autores como Iris Kiya, Jorge Campero y Omar Alarcón hayan sido publicados por Andesgraund, al mando de René Silva Catalán; y Anahí Maya Garvizu, por Libros del Cardo, dirigida por Gladys González, dos editoras chilenas muy atentas al quehacer poético boliviano.
En La Paz y Cochabamba, y últimamente en Santa Cruz, ha crecido mucho la escena poética que se concreta principalmente en espacios de lectura (irregulares e itinerantes), lanzamientos aislados de libro, festivales y ferias del libro; y se hace voz orgánica en la conformación de grupos, generalmente cerrados, que producen obra, como por ejemplo, el taller de poesía de Fernando van de Wyngard, en La Paz, que dio a luz la Colección Trama del Ojo de Editorial 3600; el taller “Poetangas” de Gustavo Cárdenas, que formó a varios poetas cruceños o el taller Llamarada Verde, de Gabriel Chávez, en Santa Cruz, que recientemente estrenó seis títulos de jóvenes poetas.
Espacios y colectivos
Una de las editoriales que más decididamente apoyó a la producción poética es 3600 de La Paz, con más de 50 títulos del género. Esta casa editora asumió, además, la publicación de los poemarios ganadores del Premio Nacional de Poesía y del Premio Franz Tamayo en categoría poesía y del Concurso para Jóvenes Poetas bolivianos organizado por la Cámara Departamental del Libro de La Paz, que le permite a un autor boliviano participar de un taller de poesía en la Fundación Neruda de Santiago de Chile. Fueron ganadores de este certamen Luis Carlos Sanabria, Osdmar Filipovich y Andrea Puente Mansilla, entre otros.
Por lo demás, la publicación de poesía se ha atomizado. Si la primera década de los 2000 vio el nacimiento del fenómeno de las editoriales cartoneras, la segunda década atestiguó la desaparición de muchas. Quizás solo 4 Nombres Cartonera, en Sucre, y Yerba Mala, que de El Alto se mudó a Cochabamba, tuvieron cierta regularidad y permitieron leer a autores como Lourdes Saavedra, Pamela Romano o Roberto Oropeza. Más recientemente, también en la capital valluna, sentaron presencia las editoriales La Ubre Amarga y Electrodependiente y en La Paz, con ciertas intermitencias, Gran Elefante lanzó títulos muy propositivos. En Potosí, en solitario, Nelson Van Jaliri realiza una tarea silenciosa y estimable que consiste en elaborar libros artesanales de bajo tiraje. Y hay que decir que muchos autores han optado por la autopublicación para poder darle circulación a su trabajo.
Otro de los espacios lo conformaron los ciclos periódicos de lecturas. En La Paz, hace algunos años, existían varios, todos ahora desactivados o extintos: Caldo de Huesos, en el espacio alternativo Almatroste; Delirium Tremens, organizado por Javier Aruquipa; Escándalo en tu barca, curado por Adriana Lanza y Letra Viva, coordinado por Vadik Barron. El célebre boliche Bocaisapo también albergó veladas poéticas hasta su cierre. En Santa Cruz, es ejemplar el impacto y la vigencia sostenida que ha logrado el ciclo Poesía en La Calleja, en el primer anillo de Santa Cruz, coordinado por Oscar “Puki” Gutiérrez.
Las nuevas generaciones han mostrado capacidad asociativa y los movimientos más visibles en los últimos años son el colectivo de poesía feminista Lengua de Urucú, en Santa Cruz (que funge además como editorial independiente) y los poetas que orbitan alrededor de Gran Elefante, en La Paz, que están generando y renovando el panorama de la poesía boliviana.
Discursos
La diversidad de voces poéticas produce a su vez discursos, más o menos discernibles, que se adscriben a ciertas reivindicaciones sociales, políticas y estéticas que multiplican y proyectan el eterno dilema de la identidad nacional hacia otras realidades y otros temas: lo regional-idiosincrático (Sergio Gareca en Oruro, Alex Aillón en Sucre, Gustavo Cárdenas (+) en Santa Cruz; lo femenino-feminista (Emma Villazón (+), Paola Senseve, Jessica Freudenthal, Adriana Lanza, Valeria Canelas, Valeria Sandi); las diversidades sexuales, patentes en el discurso queer de Cesar Antezana, que cuestiona lo no binario desde un intimismo muchas veces descarnado, presente sobre todo en Masochistics (2018, Premio Nacional de Poesía Yolanda Bedregal 2017, y Anjani, 2020) y en la obra Edgar Soliz, que reivindica al “marica-cholo”; lo generacional, en tanto crítica, sátira y desafíos formales (Jorge Villanueva, Camilo Barriga, Iris Kiya, Lucía Carvalho) y lo ancestral-cultural, en el diálogo que establece con las raíces guaraníes Elías Caurey, y con las aymaras y quechuas Mauro Alwa y Elvira Espejo.
La docena
Les pedimos que realicen el ejercicio del enlistado a Valeria Sandi, poeta y gestora cultural, y a Gabriel Chávez Casazola, poeta y gestor cultural, acaso dos de los poetas con mayor presencia en el exterior, merced a su papel como curadores de festivales ya renombrados e instituidos. Gabriel dirige el Festival Internacional de Poesía en la Ciudad de los Anillos, que va por su novena edición, y Valeria, el Festival de Poesía Joven Jauría de Palabras (Santa Cruz). Gabriel Chávez, además de su propio top 12, destaca en el lapso que nos ocupa la publicación de las obras poéticas reunidas de Eduardo Mitre (Pre-textos, 2012); Antonio Terán Cabero (Kipus, 2013); Jaime Saenz (Plural, 2016); Roberto Echazú (BBB, 2016); Matilde Casazola (3600, 2016); y Jorge Suárez (BBB, 2017); a la que yo sumaría la poesía completa de René Antezana (3600, 2019). La puesta en valor de estos poetas, quizás desconocidos para las nuevas generaciones, es un aporte clave para un cuerpo poético en permanente construcción. Y estas listas, si bien no pueden ser definitivas, son una reafirmación del mundo de poesía que nos queda por leer.
Valeria Sandi, poeta y gestora cultural
- Mariposas de fuego, Gustavo Cárdenas (2013)
- Jardín de Claroscuros, Matilde Casazola (2013)
- La mañana se llenará de jardineros, Gabriel Chávez Casazola (2014)
- La balada de los muros, Pablo Carbone (2015)
- Blanco, Cecilia de Marchi (2015)
- La hierba es un niño, Vilma Tapia (2016)
- O-ir al arroyo, Ricardo Ballón (2016)
- Jardines de Tlaloc, Gary Daher (2017)
- Llave de agua, Amilkar Jaldín (2017)
- Los alfileres del cuento, Blanca Garnica (2018)
- Anjani, César Antezana (2020)
- Roca negra, Omar Alarcón (2020)
Gabriel Chávez Casazola, poeta, docente y gestor cultural
- Con/versos, Gustavo Cárdenas (2011)
- Alfileres y alfiles, Blanca Garnica (2012)
- A tu borde, María Soledad Quiroga (2015)
- La hierba es un niño, Vilma Tapia (2015)
- La última adolescencia, Eduardo Mitre (2016)
- Abdicar de lucidez, Mónica Velásquez (2016)
- Pequeñas mudanzas, Paura Rodríguez (2017)
- Pétalo de obsidiana, Oscar Gutiérrez (2017)
- Luminiscencia, Melissa Sauma (2017)
- Piedra sagrada, Gary Daher (2018)
- Cerro, Juan Mac Lean (2018)
- Rincón de lluvia, Valeria Sandi (2019)
Vadik Barrón, músico, escritor, director de La Trini
- Lumbre de ciervos, Emma Villazón (2013)
- Bodas de orégano, Jorge Campero (2015)
- Paninitaki, Mauro Alwa (2013)
- Ave no chao, Pamela Romano (2014)
- 4.000, Alex Aillón (2014)
- Masochistics, César Antezana (2018)
- Canto al bosque, Elías Caurey (2020)
- Maquinería, Valeria Canelas (2019)
- Los años dorados, José Villanueva (2018)
- Kirki Qhañi. Petaca de las poéticas andinas, Elvira Espejo (2022)
- Anus solaris o la máquina de sodomizar a todos, Camilo Barriga (2019)
- Área Vip, Sergio Gareca (2016)
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