top of page

Acerca de la niƱez y una novela de Stephen King

  • 20 abr 2022
  • 4 Min. de lectura

A pocos días de que en Bolivia se celebró el Día del Niño, va esta reseña de un libro del impasible escritor estadounidense, pero a la vez una reflexión sobre la realidad y la cotidianidad de los niños.


ree

Hoy es el DĆ­a del NiƱo. Me lo recuerdan las ingentes cantidades de anuncios que invitan a comprarles algo a nuestros pequeƱos y asĆ­ garantizarles una felicidad cuantificable; algo que se pueda adquirir, medir, fotografiar. Porque el bienestar de los niƱos es en sĆ­ incuantificable, marca indeleblemente su futuro: tras esos primeros aƱos, todos vivimos luego –como adolescentes, adultos y ancianos– reviviendo las circunstancias de nuestra infancia, las sensaciones asociadas, los maltratos, las injusticias y tambiĆ©n los flashes brillantes de felicidad.

Stephen King piensa mucho en los niƱos, tambiƩn. Ellos son los valientes protagonistas de novelas inolvidables, como It, o La chica que amaba a Tom Gordon. Los niƱos y niƱas de sus historias son resilientes, solidarios e impacientes con los adultos, quienes viven enfrascados en sus vicios y rencores.

Pero ĀæquĆ© pasa cuando los adultos deciden poner su atención en los niƱos? Peor aĆŗn, ĀæquĆ© pasa cuando un talento, una habilidad, podrĆ­an ser utilizados por ellos como un arma? El niƱo como producto, el niƱo como mano de obra, no como sujeto de derechos. No importa que en El instituto –la novela de King a la que ahora nos referimos– se hable de una situación ficcional en la que la telequinesis y la telepatĆ­a son las protagonistas. Lo que subyace en esta absorbente novela publicada en 2019 es el maltrato naturalizado y sistemĆ”tico de los adultos hacia los niƱos a los que consideran de ā€œsu propiedadā€.

Los derechos de los niños son una novedad, un concepto que era inexistente hasta después, incluso, de la Segunda Guerra Mundial. La literatura para niños también pasó por una evolución, ya que se los consideraba pequeños adultos hasta finales del siglo XIX y no se escribía pensando en ellos como lectores. Sus intereses, su mundo interior, estaban supeditados al deber ser de la sociedad, que los aprovechaba en cuanto se los podía poner a trabajar. En muchas partes del mundo, todavía hay niños y niñas (mÔs que nada niñas) que no acceden a la escuela, que hacen trabajo manual muy duro y que se ven recompensados con maltrato y poquísima comida. El bienestar de todos los niños es, por tanto, todavía un ideal.

En El instituto los niƱos especiales despiertan en un cuarto sin ventanas que parece ser el suyo, pero que en realidad no lo es. Han sido secuestrados y su espantosa rutina no tarda en empezar. Hay alcohol y cigarrillos disponibles, ademƔs de otros snacks y juegos, a travƩs de tokens que estƔn relacionados a la obediencia y ayudan sobre todo cuando los mƩdicos empiezan a hacerles pruebas y colocarles dolorosas inyecciones con sustancias tal vez innecesarias. La mayorƭa del personal de este instituto es simplemente indiferente a su sufrimiento, aunque hay un par de espantosos guardias que se regodean en el dolor ajeno. Los sƔdicos.

Es sabido que la mente de Stephen King funciona como una gran caja de resonancia: debe Ʃl mismo tener cierta habilidad telepƔtica, porque puede transmitirnos pensamientos y flashes de memoria de la manera mƔs vƭvida imaginable. Tal vez porque es un drogadicto recuperado: muchas veces las sustancias controladas sirven para bajarle el ritmo al inputsensorial constante de los otros.

Y no solo es un maestro del terror, tambiƩn ha pensado durante mƔs de 40 aƱos en la telequinesis; las consecuencias de un enfrentamiento nuclear; la probable existencia de demonios y mundos paralelos. Para acercarse a excelentes ejemplos de telequinesis hay que leer a Carrie, y para saber de telepatƭa y alienƭgenas hay que leer Los Tommyknockers. El instituto es una obra cumbre, una forma lenta y despiadada de conmovernos respecto al sufrimiento de unos niƱos, valientes y solidarios entre sƭ, que descubren que juntos pueden constituirse en una fuerza descomunal, formidable e inimaginable para sus carceleros adultos.

ree

Los secuestros, ademƔs, hablan de un tema doloroso y recurrente: la enorme cantidad de niƱos y niƱas desaparecidos. Se calcula que son 300 al aƱo en El Alto, millones al aƱo en AmƩrica del Norte.

Con reminiscencias que nos llevan a los campos de concentración de Auschwitz, pero tambiĆ©n a cualquier prisión actual, desde GuantĆ”namo hasta los sótanos donde los rusos abusan de las niƱas en Ucrania, King demuestra tambiĆ©n que es un experto en la maldad del corazón humano. Como Ć©l dice: ā€œEl mundo es un lugar que asusta, no solamente en los Estados Unidos. Estamos en la casa embrujada, en el tren de los fantasmas, de por vida. A veces nos asustamos mĆ”s que otras, pero a todos nos gusta que los monstruos de nuestra imaginación se enfrenten a los de verdadā€.

Una de las funciones de la literatura es contar la historia de la derrota del monstruo y así encender la chispa de la esperanza. La Declaración de Principios Universales del Niño, realizada un 12 de abril de 1952, también es una chispa en la oscuridad, un manifiesto en contra de la desigualdad y el maltrato que sufren los niños en el mundo.

Recibe nuestras novedades

¡Gracias por tu mensaje!

  • Facebook
  • Twitter

© 2023 Creado por LaGaceta con Wix.com

bottom of page