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2011-2022: Los escenarios bolivianos no paran de crecer

Actualizado: 6 jul 2022

Arrancamos nuestra propuesta en torno a la docena con teatro: a propósito de los primeros 12 números de La Trini, ¿qué mejor que hacer un repaso de 12 de las más destacadas puestas en escena que los bolivianos pudimos presenciar en los 12 últimos años?

En los últimos doce años la producción de teatro en Bolivia no paró de crecer y mejorar. Cada año las puestas en escena son mucho mejor producidas, pero, además, se incrementa la cantidad de propuestas en las que la presencia boliviana está en cada uno de los niveles: actuación, producción, dirección y dramaturgia. A continuación, va mi humilde selección de 12 obras de los últimos 12 años (2011-2022):


Aparapita (2011), Mondacca Teatro. Esta es una obra de la “serie” sobre Jaime Saenz. Se centra en este personaje paceño y lo llena de misticismo, pero también de mucha realidad y emoción. Una puesta en escena que nos acerca a las calles paceñas y a la obra de Saenz.

Pis (2013), escrita y dirigida por Denisse Arancibia. Aborda la experiencia de la maternidad desde un punto de vista muy realista; desde lo abyecto, y por esto mismo es muy graciosa. Retrata el momento en que la maternidad se asemeja mucho a una película (de terror), empezando por el miedo y llegando hasta las mismas entrañas.

Radio Paranoia (2014), escrita y dirigida por Enrique Gorena. Cuando escuchamos radio, nos enfocamos en una voz y no en una persona detrás de esta. Sin embargo, cuando Teo, el personaje principal, llega a conocer al hombre detrás de la voz, es cuando él y todos los demás tocan fondo. Es una obra para poder conocer la faceta de las personas detrás del personaje.


Princesas (2014), escrita y dirigida por Claudia Eid. Simone de Beauvoir decía que “la mujer se hace”, y esto es por la socialización y construcción de ideas sobre las mujeres por parte de la sociedad. Eid explora los imaginarios sobre las mujeres a través de las princesas de Disney y cómo estas han ido alimentando estas ideas a través de los años. Todo para responder a la pregunta: ¿por qué somos víctimas?



Escribiendo (2015), Proyecto Border. Esta pieza trata de la imitación de la vida: qué es ser artista en un mundo totalmente hostil con el arte. Un texto muy bien pensado sobre todas las facetas de producir arte escénico y una representación –literal– del texto, cuyo resultado es un humor diferente y de mucha calidad.


Chancho (2016), escrita y dirigida por Ariel Muñoz. Una obra increíblemente honesta y conmovedora sobre cómo lidiar con el abandono, con promesas que tal vez no se cumplan y con recuerdos que nos atormentan en los lugares menos conocidos. Es una puesta en escena que no es rimbombante y tampoco peca de simple, es perfecta para resaltar el gran texto que representa.

Un buen morir (2018), Teatro de los Andes, escrita por Alex Aillón y dirigida por Elías Cohen. Esta es una obra increíblemente tierna que retrata la vida de la pareja. Enamorarse es hermoso y estar en pareja es caótico: hay altos, bajos, intermedios indefinibles, y el amor atraviesa todas estas etapas. Es una puesta en escena muy hermosa donde la escenografía es un personaje más: en el amor, los objetos que nos rodean dan y adquieren nuevos significados.


Con las botas bien puestas (2019), escrita y dirigida por Antonio Peredo. Cuatro actrices impresionantes dimensionan la tragedia de las historias de la dictadura. En esta obra, todo se desenvuelve a través del diálogo en el que convergen las anécdotas, las emociones, las cartas y la poesía. Es una obra que nos hace dialogar con nuestra historia, a nivel social y a nivel personal.


La última horquilla (2019), escrita y dirigida por Darío Torres. Un tiernísimo diálogo sobre un recuerdo que se resiste a ser recordado. Son dos muchachas en un escenario que es una gigante nube de algodón, pero, sabemos, estar en las nubes es estar en todos y ningún lugar a la vez… como la memoria.



Mestizaje salvaje (2021), escrita y dirigida por Samadi Valcárcel. Esta es una puesta en escena autobiográfica tremendamente creativa y con un uso espectacular del audiovisual. ¿Qué es el mestizaje? ¿Qué significa nuestro mestizaje? Todos tenemos un bagaje cultural y genético, pero nunca lo entenderemos completamente si no somos capaces de ver al otro.


El amor del desamor (2021), escrita y dirigida por Laura Derpic. Obra muy graciosa y profunda que juega, a la vez, con la metaficción: ¿cómo vemos nuestras propias experiencias de amor y desamor para representarlas? ¿Hasta qué punto podemos construir personajes que reflejen la realidad de un proceso que todos hemos vivido pero no sabemos contar?


Palmasola (2022), escrita por Carolin Hochleichter y Jhonnatan Torrez, dirigida por Christoph Frick. Esta obra, de producción boliviana y suiza, es una de las joyitas que nos dejó el FITAZ de este año. Fue representada en un estacionamiento oscuro y húmedo, donde hacen ir de aquí para allá al público que asiste a una recreación de la vida en Palmasola. Es descriptiva, sí, pero es justo lo que necesitamos para empatizar, para entender, para conocer.


Esta fue mi selección de 12 obras de teatro boliviano de los últimos 12 años, ¿hay más? ¿me olvidé de alguna? Claro que sí. La producción teatral boliviana es considerable y hay obras muy buenas en el abanico de opciones que tenemos. Sin embargo, dejo esta brevísima selección del menú para que se antojen, son obras que siempre tienen la posibilidad de reponerse, de volver y de ser vistas. Si ya las vieron, vuelvan a verlas, ya que, como el en río de Heráclito, no son las mismas obras, estas cambian, pero nosotros cambiamos también, vemos a veces el mismo arte desde diferentes perspectivas. Durante dos años la vida nos pegó duro, y salir al teatro es una gran manera de ampliar el mundo que se quedó chico.


Fotografías:

Mestizaje Salvaje, Jherel Chuquimia

La última horquilla, Vassil Anastasov

Palmasola, Mariana Bredow

El amor del desamor, Marcelo Iturriaga

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