Compartimos una versión (condensada por la propia autora) de un estudio sobre la escritura de Claudia Eid, quien presentó el libro Obras selectas (Intersecciones, 2024) en el contexto del Festival Internacional de Teatro de La Paz (Fitaz). Una valiosa obra dramatúrgica y una no menos valiosa aproximación que enriquece la escasa producción intelectual acerca del teatro boliviano.
En Bolivia, el arte dramático ha sido históricamente un género poco historizado, tanto en su expresión escrita como en su representación escénica. La ausencia significativa de publicaciones de dramaturgos ha dejado a Bolivia en una especie de tragedia teatral, privándola de una rica tradición en este ámbito.[1]
Sin embargo, el panorama teatral boliviano experimentó un hito con la llegada del Teatro de los Andes en 1991. Teatro de los Andes, fundado en Yotala por los argentinos César Brie, Naira González, y el italiano Paolo Nali, introdujo un paradigma teatral que influyó en generaciones posteriores. Para algunos, como Jiménez, este teatro se caracteriza por su enfoque en la escena, siguiendo una línea brechtiana, con una clara posición política en respuesta al contexto posdictatorial en el que nació.
Sin embargo, esta influencia disminuye en la ruptura estética de la generación de Claudia Eid, Diego Aramburo y Eduardo Calla. Estos artistas reconocen la necesidad de trabajar la escritura individualmente y formar grupos. Esta primera ruptura representa un distanciamiento del modelo anterior del Teatro de los Andes, marcando un cambio significativo en el paisaje teatral boliviano.
Claudia Eid: trayectoria
Claudia Eid, nacida en Santa Cruz en 1976, inició su carrera teatral como actriz en 1997. Fue parte del grupo Kikin Teatro dirigido por Diego Aramburo. Simultáneamente, participó en los talleres de “Tintas frescas”, los cuales marcaron un antes y después de la formación de su generación, ya que a partir de estos pudo conocer las estéticas y poéticas del teatro contemporáneo europeo. Así también, ganó la beca Casa de las Américas donde se formó con Sanchis Sinisterra, Rafael Spregelburd, Emilio García Wehbi, Juan Mayorga, Arístides Vargas, Guillermo Heras, Santiago García, Sergi Bel Bel, entre otros. De su generación, destacan dramaturgos como Lola Arias y Guillermo Calderón, quienes estuvieron en el mismo curso.
Eid fundó el elenco teatral independiente El Masticadero en Cochabamba en 2005. El nombre muestra la intención de retomar discursos previos, explorar una forma de hacer teatro propio, libre de asfixias creativas. Eid destaca la importancia de priorizar textos propios, abogando por el desarrollo de una dramaturgia de autor y enfocándose en temáticas que reflejen las realidades a su alcance, especialmente aquellas relacionadas con mujeres y la comunidad trans.
El término “masticadero” alude al proceso mismo, a la acción de masticar ideas e imágenes que pueden o no derivar en espectáculos. El grupo es una de las sustancias que se mastica, se procesa dentro de un cuerpo vivo, y parece tener la capacidad de escupir cuando es necesario.
La poética de Claudia Eid devora con intensidad. Desmenuza el significado de hacer teatro con sus dientes, escupiendo lo que debe ser eliminado y masticando los estatutos del teatro contemporáneo para devolvernos su propia interpretación, su propia dramaturgia.
Su trabajo destaca por su habilidad para abordar conflictos de relaciones íntimas en contextos sociales y culturales, con el deseo como eje central que domina a sus personajes y limita sus accionares. Trabajando en un espacio interdisciplinario, Eid fusiona elementos de teatro y performance, mientras que sus temas recurrentes incluyen la identidad y el género, desafiando estereotipos y normas sociales asociadas a la feminidad y sexualidad.
Crisis del personaje: la dramaturgia performativa de Eid
La poética del masticar se entrelaza de manera aún más profunda con la obra de Eid al explorar la crisis del personaje y del carácter performativo en sus creaciones. Así como el acto de masticar implica una transformación física de los alimentos, las obras de Eid reflejan una transformación de los personajes y su identidad. Desafiando las nociones convencionales de identidad y realidad, Eid propone identidades alternativas y nuevas formas de expresión en el teatro contemporáneo, cuestionando la dicotomía entre realidad y ficción.
La obra de Eid presenta personajes en estados de desorientación, confusión y conflicto interno, reflejando la naturaleza fragmentada y fluida del teatro posdramático. Por ejemplo, en Princesas, Eid propone un juego escénico sin diálogos escritos, desafiando las convenciones de la narrativa teatral tradicional al permitir la improvisación y la interpretación libre por parte de los actores, creando así un espacio donde la identidad de los personajes se vuelve más fluida y sujeta a reinterpretaciones constantes.
Además, Eid utiliza elementos como la metateatralidad, la intertextualidad y la performatividad para desafiar las fronteras entre la ficción y la realidad, así como entre el actor y el personaje. En obras como Mujer de Juan y El deseo, los personajes se ven envueltos en una dinámica que borra las líneas entre la representación y la realidad, contribuyendo a una crisis de identidad y significado.
Considerando el enfoque posdramático de Lehmann, la obra de Eid rompe las barreras entre arte y vida, convirtiendo el texto en una partitura para la creación colectiva. De esta manera, la autora retoma el enfoque propuesto por Artaud, donde las obras deben nacer de la escena, recuperando un lenguaje de gestos auténtico y visceral. Jean-Pierre Sarrazac articula este paradigma teatral de la crueldad con las nociones de rapsodia y partitura, donde la coherencia de la fábula pierde relevancia frente a la modalidad de aparición-desaparición en el escenario y la posibilidad-imposibilidad de su reconstrucción. Este cambio de perspectiva resalta la complejidad y la fluidez del teatro posdramático, donde la escena se convierte en un lienzo en constante transformación, desafiando las convenciones narrativas tradicionales.
En sintonía con corrientes posdramáticas, Eid y su generación transforman el teatro contemporáneo, alejándose de las convenciones dramáticas tradicionales. El teatro posdramático, al desplazar el epicentro de la teatralidad desde el binomio autor-texto hacia el binomio escena-público, se concibe como un acto social y político que se materializa en la presencia del espectador. En este contexto, el escenario adquiere la función de espejo del mundo, erigiéndose sobre la inestabilidad inherente a la realidad.
Al desafiar las fronteras entre la ficción y la realidad, Eid invita al público a masticar y digerir la experiencia teatral de manera más activa y participativa.
En este sentido, el masticar se convierte en una metáfora poderosa para el proceso de asimilación y reinterpretación constante que ocurre en el teatro posdramático. La poética del masticar en la obra de Eid nos recuerda que la dramaturgia no solo se trata de observar y leer pasivamente, sino de participar activamente en el proceso de creación y significación.
Algunos comentarios finales
La poética del masticar en la obra de Claudia Eid no solo implica descomponer y procesar ideas, sino también transformarlas en nuevas formas que desafían las normas establecidas. Eid adopta un enfoque performativo y experimental que rompe con las convenciones tradicionales del teatro, invitando al lector-espectador a participar activamente en el proceso creativo.
Al descomponer y masticar las ideas, Eid busca ir más allá de la superficie de los temas que aborda en sus obras. Este proceso de descomposición implica analizar críticamente los conceptos, cuestionar las suposiciones subyacentes y explorar nuevas perspectivas.
Una vez que las ideas han sido descompuestas y analizadas, Eid las reconstruye en nuevas formas que desafían las expectativas del público. Su enfoque experimental le permite explorar diferentes técnicas y estilos teatrales, desde la improvisación hasta la intertextualidad.
A través de la improvisación y la interacción con el público, Eid desdibuja las fronteras entre la ficción y la realidad, creando un espacio donde las ideas y los conceptos pueden ser explorados y reinterpretados. Es decir, Claudia Eid nos invita a masticar no solamente los dolores, los estereotipos de género, la ficción y la realidad sino también a masticar el teatro y la dramaturgia.
Otras referencias:
1. “El deseo en el escenario: Desaparecidos y Princesas” de Claudia Eid Asbún
2. Teatro y deseo por Marco Espinoza
3. Estética de lo performativo por Erika Fischer Lichte
4. Teatro posdramático por Hans Thies Lehmann
5. Léxico del drama moderno y contemporáneo por Jean Pierre Sarrazac
6. Territorios textuales en el teatro denominado posdramatico por Fernanda Del Monte
7. Escenarios liminales: teatralidades, performances y política por Ileana Dieguez
8. El teatro y su doble por Antonin Artaud
9. Forma dramática y representación del mundo por Davide Carnevali
10. El impersonaje: una relectura de la crisis del personaje por Jean Pierre Sarrazac
[1] Dicha afirmación tiene sus ecos en textos como “Teatro contemporáneo” de Willy Muñoz.
Fotos: Hallanda Andretto / Douglas Rodrigo Rada
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