Su Obando, coordinadora del Festival Grito Rock, conversó con La Trini sobre los orígenes, fundamentos y proyecciones de un evento que año tras año pelea por su espacio, y que el próximo 20 de mayo tendrá a 11 bandas (ocho nacionales y tres internacionales) en vivo en Cochabamba.
- ¿Cómo y cuándo comenzó el Grito Rock?
- Empezó en Latinoamérica hace 16 años y en Bolivia hace nueve. Surgió en Brasil como una alternativa al Carnaval para el primer trimestre del año. Teniendo en cuenta que el movimiento artístico cultural, sobre todo la música, se centra en la música popular, este festival busca fortalecer la escena de la música independiente, incluir en escenarios rock, pop, jazz, entre otros estilos que son parte de la producción musical independiente. La esencia es brindar una agenda paralela para dar cabida a otros géneros musicales.
- ¿Cuáles son los principios y formas de trabajo del festival?
- El Grito Rock tiene en su espíritu incidir en los procesos de formación y circulación musical y las articulaciones e intercambios de economías colaborativas. Se busca el fortalecimiento de la música a partir de la formación de públicos y de artistas, no solo músicos, también fotógrafos e ilustradores, entre otros. El Grito Rock se esfuerza en integrar en un solo escenario a bandas locales, nacionales, e internacionales, para mejorar los corredores musicales y circuitos culturales. La suma de voluntades y colaboraciones es fundamental, es así como se articulan equipos.
- ¿Cómo será la versión boliviana de Grito Rock de este año?
- Arranca el viernes 19 con el Pre Grito Rock, que este año se llama Grito Electro. Será en La Valluna, ubicado en la final América Este y Uyuni. Estarán bandas como Vale Soler, R2DEEP, Azzor junto a VJ Sirio, que tiene una propuesta música-visual muy interesante.
El concierto grande será el sábado 20 de mayo también en La Valluna, donde vamos a disfrutar de una grilla de 11 bandas musicales, como Los Últimos Glaciares, Mandíbula, Tríciclope, A Pie, Bajo Tierra. Estará Bordeaux de Santa Cruz, de La Paz estarán Hate y Wara, y desde Argentina Arbolito, y Gavilla Changoreta, que traen el caribe rock a Bolivia; y de Perú, Yardigans. Toda esta puesta en escena va a estar acompañada por la propuesta del artista visual Dr. Virus.
Para este año hemos recibido alrededor de 200 propuestas musicales de 11 países de Iberoamérica. El jurado de la novena versión, que estuvo integrado por productores, comunicadores y críticos musicales como Ariel Antezana, Harold Beizaga, Cacho Romero y Jahaira Osiris, tuvo mucho trabajo y destacó la originalidad de los tonos y sonidos de las propuestas nacionales. La fusión que se hace en Bolivia es muy interesante, porque se hace con nuevos sonidos, con rescates de la música tradicional y lo autóctono. Esta característica da mucha autenticidad.
Los artistas vienen de distintos espacios. Tenemos a un gran fotógrafo y experto en iluminación en artes escénicas, que es Steve Camargo, quien también es integrante de Cartel Afónico. Él facilitará el taller de fotografía en artes escénicas que se realizará en la Alianza Francesa del lunes 15 al miércoles 17 de mayo, de 19:30 a 21:30. También habrá un conversatorio en el que músicos y productores debatirán sobre la dinamización musical para la puesta en escena. Será en la Alianza Francesa el jueves 18.
- Tomando en cuenta la amplitud de propuestas y sonidos, ¿cuál es el concepto de rock que se maneja en el festival?
- El Grito Rock busca diversificar en cuanto a estilos. En la grilla se puede ver desde rock fusión hasta folklore, pasando por rock progresivo e indie. En el escenario se fusiona jazz, blues, rock, pop. El escenario es muy diverso en relación al estilo, somos muy respetuosos con el género musical y los estilos. La música se transforma y el Grito Rock se adecúa a ello; es una plataforma que funciona en un sentido amplio, siendo parte de esas transformaciones.
- ¿Qué desafíos presenta la gestión de eventos culturales en el país?
- Muchos. Lo que estamos buscando como plataforma es generar una profesionalización en la gestión, una formación para trabajar en la circulación, dinamización y las articulaciones de la música y para la música.
Uno de los desafíos es atraer a las bandas emergentes. Uno de los desafíos es hacer que las bandas, sean emergentes, consagradas o legendarias, puedan estar en esta plataforma. A las bandas emergentes les pedimos que puedan presentar propuestas de calidad. Estamos hablando de un ecosistema integral, un trabajo conjunto entre artistas, productores, gestores, programadores, representantes, community managers, etc.
Mas que un festival, el Grito Rock es una plataforma, y en ese sentido necesitamos viabilizar un sentido de pertenencia. Queremos lograr establecer financiamientos y presupuestos dignos para este tipo de plataformas. El proyecto no está pensado para ser una plataforma comercial, sino más bien para generar lineamientos desde la correspondencia con la institución pública, la empresa privada, los espacios culturales, por eso también es importante el apoyo de la Alianza Francesa, o la UMSS.
No queremos perder nuestro contacto con la UMSS porque esa una necesidad que se tiene para seguir formando públicos. Se hará un post Grito Rock que se realizará el viernes 16 de junio bajo nuestro objetivo de generar formación de públicos, una audiencia más crítica, que se acerque más al rock. Entrar con el rock a la universidad para nosotros es algo simbólico y no queremos perder, este desafío permanente.
- Fuera de estos eventos congregantes, ¿cómo ves la escena musical actual en Bolivia, y particularmente en el rock?
- Hay mucho dinamismo, mucho movimiento. Por eso es que hacemos lo que hacemos: Grito Rock es una ventana por la que podemos mostrar esa calidad musical local hacia afuera.
La dinamización musical es muy fuerte, sobre todo en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, pero también en Sucre y Tarija que tienen propuestas muy interesantes. En el país hay mucho movimiento, pero es un trabajo muy a pulmón, desde el sector independiente; falta fortalecer las condiciones, los espacios formativos para seguir mejorando las propuestas. Es lamentable porque siento que como país no estamos creciendo en sentido: en tener más escuelas de música y mejores condiciones.
La vulnerabilidad del sector musical recae en no poder fortalecer esta proyección musical desde el Estado, siendo parte de Ibermúsica, por ejemplo, que sería un sueño, para poder fortalecer la circulación musical. Nosotros estamos generando producción musical desde la pasión y eso también hace que haya un desgaste, pero vale la pena porque responde a las necesidad es de un sector que está vivo y mientras esté vivo nosotros vamos a hacer el esfuerzo para crear estos festivales.
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