El dolor no enseña nada
- julio césar galán / cecilia terrazas ruiz
- 28 jun
- 3 Min. de lectura
Una muestra del libro Fiesta con la edad de siempre (Convergencia, 2025) del poeta, ensayista y dramaturgo español Julio César Galán (Cáceres, 1978); y una “respuesta” poética de la autora paceña Cecilia Terrazas Ruiz.

Regreso para celebrarme
He sumado estos sauces
y el resultado es infinito.
Se ha abierto entre suma y suma
un sí de brazos y una lejanía
de gentes y una claridad de deseos.
Todo lo escrito lo llevamos dentro.
Crecen las manos como girasoles
ausentes de horas; fijas como el vuelo
de aquel cernícalo sobre su presa.
En los jardines juegan los muchachos,
se achican ilusorios en su luz,
se abren en círculos hasta mi pecho.
Yo prosigo mi suma: quiero,
sencillo
y alegre, perdurar en la alegría.
Adentro
sin la corteza los árboles soltaron sus anillos y cambiabas los nombres
por un mundo secreto
y susurraba el arroyo que llevamos de los pies a la frente
nunca podrás diferenciarte de las aves y de la nieve
lo sé desde el día en que comencé a escribirte
***
frente al mar convivimos
sin más nombre que el mar
con pájaros desconocidos
que parecen marea
crece por dentro la marea
y me sonríes frente al mar
de pájaros desconocidos
cuando vives en júbilo te pareces
tanto a las buganvillas que me ennovias
***
y el verano es la risa
el ocio de azular
allende,
el tiempo de extinguirse
uno en el otro
¿alguna vez salimos
de la mar y el verano?
Cuerpo de gorrión
Oíamos crecer las plantas del parque
y el cuerpo del gorrión se derramaba
en el aire y en la vista,
en ascenso de infancia ᛝ tras el hospital,
aleteando la luz ᛝ bajo las metamorfosis
de los muertos.
A saltitos, lo mirábamos abrirse senda en aquel césped seco o luminoso
y nombrar era quedarse en el vientre materno (la sacudida),
aunque se narrara el abismo y la soledad fría de los sótanos:
“Para sobrevivir nos refugiamos en el olvido (ojos) y le pusimos aire a la primera ola del mar, apenas se fijaron nuestros perfiles a las aceras: el blanco sucio, la cabellera en fuga…” (16-04-2007). ¿El grito tan violeta del silencio[1]? Y el cuerpo del gorrión derramándose en el aire y en la vista, en ascenso de infancia ᛝ tras el hospital, aleteando la luz ᛝ bajo las metamorfosis de los muertos.
Pero no por desconocernos dejamos de soñar, soñar sin tregua,
hasta la fatiga,
hasta las entrañas.
¿Nos apagaremos como luciérnagas
o trenes en la madrugada?
¿Nos convertiremos
en lo que hemos criticado?
¿Nos cruzará el agua soleada
del rayo que rompió la noche?
¿Habrá otros nombres pero serán
el mismo nombre?
¿Habrá más veranos adolescentes
pero serán el mismo verano12?
Bailemos hasta que la gente se vaya,
si algo se aprende al enfermar es que el dolor no enseña nada.
Verso con verso
Respuesta al poema “Cuerpo de Gorrión” de Julio César Galán
Plumas negras
Yo también busqué refugio
visité sótanos fríos
salas vacías y desmigajadas
exentas de gorriones derramados
y nidos como cardos
Yo también temí la muerte
cargué el frío entre los dientes
las fiebres de hospital
el derrame lento de las plumas
el coma que se abre en la herida
Mi cuerpo —no de ave—
aprendió a parir en el otoño
en tonos pardos, en picos fuertes
en memorias prestadas
y sin infancia
Ahí donde las luciérnagas prenden fuego
a lo que no tiene nombre
a los veranos adolescentes
a los vientres maternos
a los gorriones que mutan en pájaros negros
Es cierto, el dolor no enseña nada, para eso están los inviernos.
Cecilia Terrazas Ruiz. Junio, 2025
[1] En el centro del poema, al hundir su mano en el blanco, encontró lo siguiente: “Dios es la animalización del aire. Dios es el cáncer y quien te salvó del cáncer también es Dios: los pájaros. La incertidumbre, la aparición del horror, la existencia anfibia, el porqué a palo seco, pero ¿ya has pasado de joven a anciano? ¿Ya?”.
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