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El dolor no enseña nada

Una muestra del libro Fiesta con la edad de siempre (Convergencia, 2025) del poeta, ensayista y dramaturgo español Julio César Galán (Cáceres, 1978); y una “respuesta” poética de la autora paceña Cecilia Terrazas Ruiz.

Regreso para celebrarme

He sumado estos sauces

y el resultado es infinito.

Se ha abierto entre suma y suma

un sí de brazos y una lejanía

de gentes y una claridad de deseos.

Todo lo escrito lo llevamos dentro.

 

Crecen las manos como girasoles

ausentes de horas; fijas como el vuelo

de aquel cernícalo sobre su presa.

 

En los jardines juegan los muchachos,

se achican ilusorios en su luz,

se abren en círculos hasta mi pecho.

 

Yo prosigo mi suma: quiero,

sencillo

y alegre, perdurar en la alegría.

 

Adentro

sin la corteza los árboles soltaron sus anillos y cambiabas los nombres

por un mundo secreto

y susurraba el arroyo que llevamos de los pies a la frente

 

nunca podrás diferenciarte de las aves y de la nieve

lo sé desde el día en que comencé a escribirte

                           

                     ***

 

frente al mar convivimos

sin más nombre que el mar

con pájaros desconocidos

que parecen marea

 

crece por dentro la marea

y me sonríes frente al mar

de pájaros desconocidos

 

cuando vives en júbilo te pareces

tanto a las buganvillas que me ennovias

 

                        ***

 

y el verano es la risa

el ocio de azular

allende,

 

el tiempo de extinguirse

uno en el otro

¿alguna vez salimos

de la mar y el verano?

 

Cuerpo de gorrión

        Oíamos crecer las plantas del parque

y el cuerpo del gorrión se derramaba

                                           en el aire y en la vista,

en ascenso de infancia ᛝ tras el hospital,

aleteando la luz ᛝ bajo las metamorfosis

                                                                de los muertos.

 

A saltitos, lo mirábamos abrirse senda en aquel césped seco o luminoso

y nombrar era quedarse en el vientre materno (la sacudida),

aunque se narrara el abismo y la soledad fría de los sótanos:

 

“Para sobrevivir nos refugiamos en el olvido (ojos) y le pusimos aire a la primera ola del mar, apenas se fijaron nuestros perfiles a las aceras: el blanco sucio, la cabellera en fuga…” (16-04-2007). ¿El grito tan violeta del silencio[1]? Y el cuerpo del gorrión derramándose en el aire y en la vista, en ascenso de infancia ᛝ tras el hospital, aleteando la luz ᛝ bajo las metamorfosis de los muertos.

 

Pero no por desconocernos dejamos de soñar, soñar sin tregua,

hasta la fatiga,

hasta las entrañas.        

 

¿Nos apagaremos como luciérnagas

o trenes en la madrugada?

¿Nos convertiremos

                en lo que hemos criticado?

¿Nos cruzará el agua soleada

                 del rayo que rompió la noche?

¿Habrá otros nombres pero serán

el mismo nombre?

¿Habrá más veranos adolescentes

pero serán el mismo verano12?

 

Bailemos hasta que la gente se vaya,

si algo se aprende al enfermar es que el dolor no enseña nada.

 

Verso con verso

Respuesta al poema “Cuerpo de Gorrión” de Julio César Galán

 

Plumas negras

Yo también busqué refugio

visité sótanos fríos

salas vacías y desmigajadas

exentas de gorriones derramados

y nidos como cardos

 

Yo también temí la muerte

cargué el frío entre los dientes

las fiebres de hospital

el derrame lento de las plumas

el coma que se abre en la herida

 

Mi cuerpo —no de ave—

aprendió a parir en el otoño

en tonos pardos, en picos fuertes

en memorias prestadas

y sin infancia

 

Ahí donde las luciérnagas prenden fuego

a lo que no tiene nombre

a los veranos adolescentes

a los vientres maternos

a los gorriones que mutan en pájaros negros 

 

Es cierto, el dolor no enseña nada, para eso están los inviernos.

 

Cecilia Terrazas Ruiz. Junio, 2025

[1] En el centro del poema, al hundir su mano en el blanco, encontró lo siguiente: “Dios es la animalización del aire. Dios es el cáncer y quien te salvó del cáncer también es Dios: los pájaros. La incertidumbre, la aparición del horror, la existencia anfibia, el porqué a palo seco, pero ¿ya has pasado de joven a anciano? ¿Ya?”.

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