La Cámara del Libro de Santa Cruz informó que en la feria que arranca este miércoles se presentarán 113 libros. Acá, humildemente, recomendamos cinco y mencionamos otros muy pocos como una suerte de invitación a la lectura.
La estela distópica postapocalíptica y el rescate de buenos libros y autores marcan la tendencia en la oferta literaria nacional de la Feria Internacional del Libro de Santa Cruz que arrancará este miércoles.
Bueno, seamos francos, marcan la tendencia en cuatro de las editoriales bolivianas que suelen año tras año sacar algunos de los más interesantes libros de narrativa. Y, si de seguir siendo exactos se trata, digamos que las recomendaciones que sugiero en lo que sigue, se reducen aún más: a los adelantos a los que tuve acceso, a un par de lecturas que ya alcancé a terminar y a las reseñas recortadas y autoplagiadas que publiqué años atrás.
Mantis
La editorial dirigida por Giovanna Rivero y Magela Baudoin, presenta a dos nuevas autoras con sendos libros: la colombiana Yolanda Reyes con los ensayos El reino de la posibilidad, y la mexicana Ximena Santaolalla (también coeditora de Mantis) con A veces despierto temblando, una novela de corte histórico.
- (Distopía 1: Tríptico de Kanata)
También presentará Mantis la novela Tríptico de Kanata de la potosina Claudia Michel, sobre la que adelantamos un par de párrafos de una reseña de pronta salida.
En 2090 aún no se sabe el destino de Asunta Yucra, pero es una heroína mítica. Hacia 2040, ya no se la vio más y, en la década de los 30, aunque lideró una rebelión, nunca se le vio el rostro cubierto de pasamontañas.
Apenas sí se la conoce en su infancia, cuando fue niñera de Clara, una “niña bien” con la que hicieron una inocente amistad en medio de la colonial institución de las “empleadas cama adentro”.
Dum Dum
A tono con la hermenéutica de trabajo mostrada en los últimos años, la editorial dirigida por Liliana Colanzi ofrece una novela publicada hace poco en el ámbito hispanoamericano, con notable impacto en la crítica.
- (Rescate 1: Yo maté a un perro en Rumanía)
Sumida en la depresión y la desidia, una latina, profesora de idiomas en Noruega, decide salir de su encierro (baja médica a plan de Clonazepam) y acepta acompañar a su amigo, un exalumno, que debe resolver unos asuntos en su Rumania natal.
En una larga y rocambolesca aventura (visos de road movie y crónica etnoantropológica de la aún provinciana Rumania) la protagonista de Yo maté a un perro en Rumanía, de la peruana Claudia Ulloa, atraviesa por fases de paz, resurgimiento, miedo y rabia… y, finalmente, en medio de la burbuja de la extranjería y los barbitúricos, su cuerpo y mente reaccionan con la mudez intempestiva que, no obstante, no le impide percibir y hacerse entender incluso mejor que antes.
Cuando lo racional y cognitivo no pueden más, despiertan los más primitivos instintos, las capacidades atávicas subconscientes, desconocidas.
Es una novela de cierre y cambio de ciclo. O simplemente de cierre y punto final, como lo percibe ella ya al inicio, al decidir lanzarse en la incierta aventura.
Tuve la impresión de que me estaba preparando para morir y me envolvió una certeza. Una especie de satisfacción extraña, casi festiva, pero a la vez gris y silenciosa, sin serpentina ni aspavientos, como la tranquilidad que llega al haber culminado algo propio y conocido, algo tedioso como un trabajo de años, un ritual de paso, el cese de labor, poner un punto, un apagar la luz y cerrar… Quería desaparecer.
Y si hay tanto de instinto y animalidad (lo del perro y la historia del amigo rumano quedan pendiente para la lectura propia), hay, también mucho de muerte.
Caminamos entre las tumbas y Ovidiu me fue contando sobre sus muertos. Su relato me produjo un llanto limpio y largo que no me debilitó sino todo lo contrario, mi cuerpo cobraba una rigidez de piedra y mis lágrimas se agitaban como el torrente de un río que me nacía en el pecho.
El Cuervo
Cuando publica Maximiliano Barrientos, siempre hay que tener altas e impacientes expectativas. Esperamos ansiosos los cuentos de El horizonte del grito (¡gran título!), mientras nos preguntamos, ¿seguirá Maxi en la estela distópica de sus dos novelas anteriores?
Entre otras ofertas, El Cuervo tiene también dos muy oportunas reediciones.
- (Distopía 2: Para comerte mejor)
En este libro de cuentos de Giovanna Rivero, el mundo es gris, gélido y huele mal. La gente divaga sin rumbo tratando desesperadamente de sobrevivir y olvidar la grandeza del pasado. La degeneración, la degradación; la corrupción total, el destino anti natura –humanidad mutante– parecen irremediables.
Evo Morales es un ente inicuo e incorpóreo que sobrevive en la mente e ilusión de sus seguidores que a duras penas mantienen los despojos de su otrora invencible imperio. Un cáncer fulminante invadió a toda Bolivia. A su sistema, su biodiversidad; a sus habitantes. Los pocos supervivientes se apagan poco a poco o mutan en busca de estirar un poco sus vidas.
El futuro, mediato –o no tanto– a todas luces siniestro, es el común denominador de estos 12 relatos en los que la cruceña se aventura a imaginar, desde las libertades y posibilidades de la ficción, la Bolivia después del cambio. ¿De qué cambio?
- (Rescate 2: Vendrá la muerte y tendrá tus ojos)
Este libro de cuentos de Magela Baudoin trata sobre encuentros y desencuentros. Sobre las relaciones dinámicas y dialécticas que nos constituyen y que, engarzadas, conforman este todo tan complejo que somos como individuos, primero, y como colectividad, por consiguiente. ¿Y acaso no hace esto la literatura per se? Sí y no. Pero Baudoin escudriña a diversos niveles no siempre tomados en cuenta: aísla e interpreta, como pocos, los momentos que conforman el todo, que generalmente se pierden en la inmensidad de los logros y fracasos, pero que son a la hora del balance, la esencia. Baudoin repara en los intersticios de cada uno de los momentos cuya suma hacen vidas y muertes. Y lo hace con picos muy notables, encabezados, en este libro, por el relato “Ajayu”.
La Mariposa Mundial
- (Rescate 3: La araña gigante)
Alan Castro trabajó casi una década para recuperar, reordenar y editar esta novela que Sergio Suárez Figueroa dejó inédita en papeles dispersos en su archivo.
Más de 60 años después de escrita y más de medio siglo después de la muerte del uruguayo-boliviano, reconocido sobre todo por su dramaturgia, aparece este más que interesante libro que da pistas y complementa ciertos rasgos del mundo artístico intelectual de La Paz de los 50 y 60.
Si bien no se puede negar el aire saenziano, sobre todo en los diálogos e idiosincrasia de los personajes, –es más, el propio Jaime Saenz aparece en un personaje trasunto–, hay sobre todo indicios que llevan a pensar en Los deshabitados de Quiroga Santa Cruz y Cerco de penumbras, de Cerruto –los dos grandes libros que por la misma época en que este fue escrito, dieron lugar a la esperada renovación de las letras bolivianas–: la perspectiva desde la que se maneja el narrador y el diseño narrativo general. Veamos un brevísimo párrafo para el antojo.
Stil en cambio tendía a crear, por medios fantásticos, descabellados a veces, hechos que evadieran la cotidianidad aparente. Siempre conseguía que alguien se allegase a él. Los seres más infantilmente desamparados –donde él quizás encontraba un extraño trasmundo– lo seguían. (62)
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