El indie rock, pródigo en nombres de bandas poéticos y random, nos dejó en Bolivia una ola fresca de nuevas formas de pensar la canción rock. Una de las propuestas más interesantes provenía, con luz propia, desde Santa Cruz. Hace poco en el concierto Fiesta funeral –un nombre muy Arcade Fire– la banda La Luz Mandarina se despidió (¿definitivamente?) de los escenarios ante la sorpresa de muchos.
La Luz Mandarina es una banda de rock radicada en Santa Cruz de la Sierra activa desde el 2013. Desde un principio se destacó su sonido intenso y lúdico y su lírica siempre muy intimista, introspectiva, producida por un ensamble musical que escapa de la formación tradicional de banda rock. Una pequeña orquesta que ofrece una melancolía bailable, digamos.
La banda irrumpió en escena con un demo autoeditado y autoproducido con cuatro canciones, nombrado simplemente EP. En 2016 lanzó el álbum Paliza: ocho canciones tan dulces como desgarradoras y desadaptadas. En 2019 pudimos escuchar el Ep Los días de furia y oro y, en 2021, llegó su último lanzamiento: el single titulado Los ritmos violentos. En 2020 colaboraron en un par de singlescon el cantautor paceño Ionse. El mismo año, dos canciones de La Luz Mandarina fueron utilizadas en la miniserie: Long Way Upde Apple TV, producida por Ewan Mcgregor. Todo un logro.
Su exploración sonora abraza el encanto del pop con matices del new wave, el pop romántico latino de los 70, coqueteos con el folklore, mucho indie guitarrero, un violín –luego un trombón–, que dan un toque de originalidad y trabajan muy seriamente la canción como artefacto y premisa, con una producción musical de alto nivel.
Pese a la intermitencia, una fatalidad común en la escena rockera boliviana, nadie previó este final, hiato o lo que sea, que empujó a La Trini a contactar a Pablo Miño, compositor, guitarrista y cantante de la banda para saber qué ondas.
- ¿Es el final de La Luz Mandarina, un hiato o una búsqueda de diferentes rumbos?
- Lo tomamos como una pausa, o como una excusa tal vez.
- ¿Cuáles son las razones para parar o separarse?
- Después de este tiempo se hace necesario apartarse un poco de la costumbre de ser una banda, y en ese espacio encontrar, quizás, nuevas cosas que decir y hacer; o no. Y si ese fuera el caso, pues todo bien con eso.
- ¿Qué consideras lo mejor y lo peor de su experiencia como banda en estos últimos 11 años?
- Lo mejor: las canciones que hicimos juntos, la gente que conocimos en el camino, los caminos. Todo lo que fuimos construyendo nos fue llevando a lugares nuevos y en ellos siempre hubo cosas hermosas. Lo peor… creo que el tiempo mata un poco la ingenuidad, y ver cómo funcionan algunas porquerías de cerca fue un poco decepcionante.
- ¿Qué planes o proyectos musicales tienen los componentes de la banda?
- La verdad que la pausa, al menos para mí, es total. Mis compañeros casi todos tienen algunos proyectos ligados a la música, pero yo estoy abandonando el barco por ahora. Pero a la larga, todos seguimos involucrados con la música de alguna u otra manera, por otros proyectos o por temas laborales, entonces lo más seguro es que todos sigamos por ahí dando vueltas.
- ¿Cómo ven el panorama de la música, sobre todo el rock, en Bolivia en la actualidad?
- Lo vemos más sano que cuando empezamos, eso seguro. Al menos en nuestra ciudad hay una variedad de sonidos, propuestas, ritmos. Esas novedades, esas nuevas maneras de hacer son una linda sorpresa. El futuro es prometedor y diverso, tenemos fe de que eso solo siga creciendo y aniquile las maneras antiguas y con ello los malos hábitos que tanto daño le han hecho a nuestra cultura.
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